Por: Pedro Javier Jiménez
El contratista es aquella persona natural o jurídica que se encarga de entregar bienes o servicios al gobierno en los órdenes nacional, departamental y municipal. Pero, ¿cuál es su rol social? ¿Cuál es su responsabilidad en el desarrollo de la sociedad? ¿Y cuál es su porción en la torta de la corrupción?
¿Recuerdan ustedes quiénes fueron los contratistas del Estadio Guillermo Plazas Alcid? Oda a la desesperanza de nuestra ciudad. ¿O recuerdan quién fue el gran constructor de la visión del parque isla y todas las historias soñadas que allí pasarían? Así como estas, recuerden cada obra de infraestructura que es una historia sin fin. Seguramente no tienen ni idea de quiénes son, pero sí recuerdan bajo qué gobierno se contrató el descalabro.
Como somos una sociedad con moral flexible, no tenemos problema en juzgar a quien entrega el contrato, pero nunca hacemos control a quien lo realiza, quien al final es el verdadero responsable de construir el desarrollo.
Si usted es contratista y tiene una responsabilidad, sea serio y cumpla. Como dijo Turbay, hasta en las justas proporciones somos flexibles, pero cumpla. Parte de la gran sinvergüenzada en la que vivimos es que la ambición, el ego y la avaricia nos desvían del propósito colectivo y también nos consolidan como sociedad subdesarrollada.
Hoy, grandes obras bien pensadas y tan necesarias para el departamento y la capital están en peligro. La responsabilidad siempre recae en el dirigente, y muy pocas veces en quien desarrolla la obra. Sin embargo, la corrupción no solo nace en la adjudicación del contrato, sino también en la ejecución, cuando los contratistas incumplen sus compromisos, afectando a la comunidad y al bienestar colectivo.
La transparencia en cada etapa del proceso, desde la adjudicación hasta la finalización de las obras, es fundamental. Los contratistas deben entender que no se trata solo de pavonearse en grandes camionetas o en clubes exclusivos, sino de cumplir a cabalidad con las tareas para las que fueron contratados. Solo así, con un compromiso real hacia la transparencia y el desarrollo, podremos dejar atrás la sombra de la corrupción y avanzar hacia un departamento y una capital más justa y desarrollada.
