Regional
La comunidad estudiantil del Colegio San José en Oporapa se encuentra sumida en la indignación. A pesar de contar con un bloque completamente nuevo y terminado, las aulas permanecen vacías, mientras los estudiantes deben recibir clases en condiciones precarias.
Este colegio, que alguna vez fue un elefante blanco durante el mandato del exalcalde Jaime Calderón, ha sido objeto de largos años de abandono hasta que finalmente se logró su resolución y puesta en marcha gracias al esfuerzo del Ing. Juan Carlos Ruales, alcalde en el periodo 2020-2023.
Sin embargo, a pesar de la finalización de las nuevas instalaciones, persisten reuniones interminables entre la Gobernación y la Alcaldía Municipal para determinar quién debe hacerse cargo de la entrega de las nuevas aulas a la comunidad educativa. Mientras tanto, los estudiantes se ven obligados a asistir a clases en condiciones deplorables, a la intemperie.
La reciente polémica se centra en la falta de decisión por parte de las autoridades locales. A pesar de que las aulas están listas para ser utilizadas, ni la Alcaldía ni la Gobernación parecen querer tomar la iniciativa de entregarlas a la comunidad educativa.
Los veedores comunitarios denuncian que la burocracia está sometiendo a los estudiantes a recibir clases en aulas improvisadas, expuestos al frío, al calor y a condiciones escolares deplorables. Los padres de familia y los ciudadanos atribuyen esta falta de acción a celos políticos o simplemente a la indiferencia de las autoridades locales que parecen no querer que la normalidad escolar regrese con la utilización de las nuevas instalaciones.
El clamor de estudiantes y padres de familia hacia las autoridades locales y departamentales es claro: esta situación debería avergonzarles y se les insta a tomar medidas inmediatas para permitir que las aulas sean utilizadas por los alumnos.
La pregunta que persiste es: ¿Quién tiene la última palabra en esta situación? Mientras tanto, los estudiantes de Oporapa continúan sufriendo las consecuencias de la indecisión y la burocracia, privados de un entorno educativo digno.
