Por: Luís Ernesto Salas Montealegre
La gestión deportiva en Neiva, capital del Huila, ha sido fuertemente cuestionada en los últimos años. Proyectos inconclusos, decisiones poco acertadas y una falta evidente de visión a largo plazo han convertido al deporte local en un reflejo del abandono institucional.
El Estadio Guillermo Plazas Alcid, conocido por ser el hogar del Atlético Huila, es quizás el más claro ejemplo del abandono y la mala gestión que han caracterizado la administración deportiva en Neiva. Desde su inauguración, este estadio ha sido testigo de innumerables promesas de modernización y ampliación, que nunca llegaron a cumplirse. Las obras inconclusas y reparaciones que parecen eternas han deteriorado las instalaciones, afectando tanto a los espectadores como al equipo local, que encuentra limitaciones para entrenar y competir en condiciones adecuadas.
La tragedia de 2014, cuando una parte de la gradería occidental colapsó, dejó al descubierto la corrupción administrativa de la gestión municipal de esa época. A pesar de los compromisos de reconstrucción, las obras se han estancado por falta de recursos y problemas contractuales. El resultado: un estadio que simboliza el abandono y la desidia, no solo para el Atlético Huila, sino para toda la comunidad de Neiva que ha perdido un lugar vital para eventos deportivos y culturales.
La reciente venta del Atlético Huila a un grupo inversionista ecuatoriano ha generado más dudas que certezas. A pesar de las promesas de inversión y planes ambiciosos para llevar al equipo a nuevas alturas, los resultados han sido decepcionantes. El equipo descendió de categoría y sigue sin contar con una infraestructura adecuada para su desarrollo. La falta de claridad sobre el destino del Atlético Huila y la indiferencia de las autoridades locales han generado una creciente desilusión entre sus seguidores, que temen por el futuro de uno de los emblemas deportivos del departamento.
Otros proyectos deportivos en Neiva también se han convertido en ejemplos de mala gestión y abandono. El Coliseo de Voleibol, la pista de patinaje y el recientemente inaugurado Centro Deportivo de Alto Rendimiento son claros testimonios de inversiones millonarias que han quedado a medio camino. El Centro Deportivo de Alto Rendimiento, en particular, se inauguró con gran alarde, pero hoy enfrenta problemas serios de mantenimiento y falta de equipamiento adecuado. Lo que debía ser un centro para el desarrollo de deportistas de élite, hoy se encuentra subutilizado y al borde de convertirse en otra obra inconclusa.
La pista de patinaje y el Coliseo de Voleibol tampoco han cumplido con las expectativas. En lugar de ser centros de desarrollo y promoción del deporte, se están convirtiendo en monumentos al fracaso de la administración pública para planificar y ejecutar proyectos de manera efectiva.
Las piscinas olímpicas y las canchas de tenis de Neiva representan otro capítulo oscuro en la historia deportiva de la ciudad. Lo que alguna vez fueron instalaciones de primer nivel para la práctica de deportes acuáticos y tenis, hoy son simples ruinas. La falta de mantenimiento y la ausencia de recursos han hecho que estas infraestructuras sean prácticamente inutilizables. Las piscinas olímpicas, que debían ser un punto focal para el desarrollo de la natación y otros deportes acuáticos en la región, se encuentran en un estado deplorable, sin el equipo adecuado y con filtraciones que hacen imposible su uso. Las canchas de tenis, por su parte, han sido abandonadas, con superficies deterioradas y sin condiciones para la práctica deportiva.
Esta situación no solo afecta a los atletas locales, sino que también priva a los ciudadanos de Neiva de espacios vitales para el esparcimiento y la actividad física, afectando directamente el bienestar de la comunidad.
A diferencia de otras ciudades colombianas que organizan competencias nacionales e internacionales, Neiva se ha rezagado en la promoción de eventos deportivos de alto impacto. Esta ausencia no solo limita el desarrollo del deporte local, sino que también priva a la ciudad de oportunidades económicas significativas derivadas del turismo deportivo.
Además, deportes como el baloncesto siguen sin profesionalizarse en la región. A pesar de contar con talento local, la falta de ligas profesionales, entrenadores capacitados y recursos adecuados impide el desarrollo de una estructura competitiva sólida. La falta de apoyo institucional y el escaso interés de los patrocinadores perpetúan la marginalización de deportes distintos al fútbol, dejando sin opciones a muchos jóvenes deportistas.
Sin un cambio de rumbo, el deporte en Neiva y el Huila seguirá siendo un terreno de promesas incumplidas y oportunidades desperdiciadas, en detrimento del desarrollo social, económico y cultural de la región.
Neiva y el Huila merecen una gestión deportiva a la altura de su potencial. Los ciudadanos, deportistas y jóvenes que sueñan con un futuro mejor dependen de decisiones acertadas y compromisos reales. Ya es hora de que los proyectos no se queden en los papeles y las promesas se conviertan en realidades palpables. Solo así el deporte en Neiva dejará de ser un monumento al abandono y se transformará en un motor de cambio y progreso para toda la comunidad.