Por: Juan Camilo Morales Conde
Era un día normal, de esos en los que te levantas, preparas un café para iniciar la jornada, te pones las botas, alistas las herramientas necesarias para realizar la labor, y en compañía de lo más preciado, mi familia, nos trasladamos a un lugar de la finca, donde puedo cortar el pasto que necesito, para poder alimentar a caramelo, una yegua que nos acompaña en el extenuante día a día del trabajo en el campo.
Mientras realizó el trabajo, Violeta, mi hija de 10 años, corre por el prado, juega cazando mariposas, se divierte, pero cuando se trata de aprender y apoyar en las labores del campo, está siempre dispuesta, a pesar de su corta edad. Una niña llena de vida, y con un montón de sueños, de esos, que solo pueden ser sacados, de un libro de fantasías.
Una vez terminada la labor, es hora de volver al rancho, pues caramelo aguarda pacientemente por su comida. Ya afuera de la cerca y listos para emprender el camino, el broche aún permanece abierto, Violeta se percata, y como es habitual en ella, corre a cerrarlo, y en tan solo contados segundos, y después de un fuerte estruendo que levanta una gran cantidad de polvo, se puede escuchar un llanto desgarrador, el llanto de mi hija, quien desesperadamente pide auxilio. Una maldita mina enterrada por terroristas, en una guerra absurda, ha destrozado parte de su pequeña pierna a y ha amputado sus sueños.
En Colombia, según los últimos registros, se reportaron un total 12.470 víctimas por minas antipersona, siendo 2006 el año más crítico para el país, pues se presentaron 1.224, entre muertos y mutilados, siendo el mayor número en toda la historia de la guerra en Colombia. En lo que va corrido del año 2024, se han presentado 62 víctimas, entre esas Violeta*.
Según los anteriores datos, el 89,57% de las víctimas son mayores de edad, equivalente a 11.173 víctimas, y de ese porcentaje, una gran parte, alrededor de 7.395 pertenecen a integrantes de la fuerza pública. Pero si contamos solo los civiles, ascienden a un número de 5.075, representados porcentualmente los hombres mayores de edad en un 65,59%; el segundo grupo que muestra mayor afectación son los niños y adolescentes con un 20,18%, luego se encuentran las mujeres mayores de edad en un 7,63% y las niñas y adolescentes representan el 5,77%.
Este es el resultado de las políticas fallidas en el país durante la historia, en donde el bien, ha gobernado con el mal en los últimos 70 años, dejando miles y miles de víctimas, siendo la población vulnerable los más afectada por estos actos de terrorismo y violatorios de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario. Un mal que se traduce en una guerrilla que nunca ha sabido realmente cuál es su propósito de rebeldía, y que en la actualidad son solo unos grupos armados dedicados a delinquir y causar el mal a la población.
