inicioOpiniónSoacha, 18 de agosto de 1989: 35 años sin Galán

Soacha, 18 de agosto de 1989: 35 años sin Galán

Por: Juan Camilo Morales Conde

¿Qué mensaje le daría usted a un joven político?, Luis Carlos Galán responde: “Que lea y estudie mucho historia. Ese es el punto de partida, porque entonces entiende mucho más, el sentido del momento histórico en el que uno vive (…)”.

El 18 de agosto de 1989, el país despertó con una noticia devastadora: Luis Carlos Galán Sarmiento, había sido asesinado. Por esos tiempos, Colombia se encontraba en una encrucijada crítica, y el asesinato del carismático candidato presidencial, marcó no solo el ocaso de un liderazgo prometedor, sino también un hito trágico en la historia política y social del país.

El símbolo de esperanza en un momento donde el narcotráfico y la corrupción erigían muros de desesperanza y violencia en cada rincón de la nación, había sido silenciado por las balas, no solo de Pablo Escobar, sino de muchos que lo querían callar, entre esos; políticos muy cercanos, en asocio con las mismas fuerzas de seguridad del Estado.

Galán no solo abogaba por un cambio en la política; él representaba la posibilidad de un futuro en el que la ética y la justicia prevalecieran sobre el caos. Su compromiso, la lucha contra el narcotráfico, su propuesta de una reforma política inclusiva y su deseo de restaurar la confianza en las instituciones, habían capturado la atención y los corazones de muchos colombianos. Entre esos, quienes temían perder el poder bajo la barbarie, el hambre y la desesperanza de un país.

Luis Carlos Galán no era solo un político; era un faro de integridad en un mar de desilusión y escepticismo. Su propuesta de reforma política, su firme rechazo al narcotráfico y su insistencia en la renovación del sistema político colombiano representaban un cambio radical en una nación que había sido históricamente saqueada por intereses corruptos y violentos. El asesinato de Galán fue un acto de violencia dirigido a frenar no solo a un hombre, sino a una idea: la posibilidad de un cambio verdadero.

Esa relación entre el narcotráfico y la política en ese momento era estrecha y peligrosa, y el magnicidio de Galán fue un claro mensaje de que los poderes oscuros de la época estaban dispuestos a usar cualquier medio para mantener su poder. Esa misma relación que hoy subsiste con el pasar de los años, y que sigue con su mismo objetivo de no dejar títere con cabeza. Pues todo lo que le huela a cambio y mano dura, tiene que ser eliminado. ¿Cuántos más, apostadores verdaderos del real cambio deberán morir?

A lo largo de los años, el legado de Galán ha sido recordado con admiración y nostalgia. Su vida y su muerte han sido objeto de análisis y reflexión, pero también de un profundo sentimiento de pérdida. La justicia ha sido esquiva en muchos aspectos: aunque se han realizado investigaciones y juicios, la sensación de impunidad y la falta de una reconciliación completa con los hechos, siguen presentes.

Este magnicidio es un recordatorio doloroso de los sacrificios que se han hecho en la búsqueda de un país más justo y pacífico. A través de los años, hemos visto cómo la violencia ha intentado silenciar a quienes se atreven a desafiar el statu quo. Galán fue más que un líder político; fue una voz que clamaba en el desierto, y su trágica muerte evidenció la cavidad de un sistema que no estaba preparado para aceptar cambios radicales.

Hoy, en un país que aún enfrenta desafíos significativos en términos de corrupción, violencia y desigualdad, el pensamiento de Luis Carlos Galán sigue siendo relevante. Su visión de una Colombia sin narcotráfico, donde el poder político esté libre de corrupción, es un objetivo que sigue siendo una aspiración compartida por muchos. Su vida, aunque interrumpida de manera trágica, sigue inspirando a quienes trabajamos por un futuro mejor.

En el aniversario de su asesinato, es oportuno reflexionar sobre cómo podemos honrar verdaderamente su legado. Más allá de las ceremonias y homenajes, la verdadera manera de rendirle tributo a Luis Carlos Galán, es avanzar con firmeza en la construcción de una Colombia donde la justicia prevalezca y el compromiso con el bien común sea la norma. Por eso hoy, más que nunca, la invitación está para todos aquellos: adultos, hombres, mujeres, jóvenes y adolescentes, para que se unan a un partido de historia, y hagan historia con el Nuevo Liberalismo.

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