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“Innovar no cuesta millones. Cuesta atreverse”

Por: Edwin Renier Valencia Rodríguez

Opinión

Por años, se pensó que la innovación era cosa de empresas tecnológicas, universidades de élite o países desarrollados. Hoy sabemos que innovar es una necesidad urgente, especialmente para quienes lideran territorios, comunidades y gobiernos.

La buena noticia es que no necesitamos esperar a que llegue alguien de fuera a hacerlo por nosotros. La innovación ya está ocurriendo en nuestros barrios, en nuestras veredas y en nuestras instituciones. Solo hay que saber verla, impulsarla y multiplicarla.

La innovación pública no es una moda: es una estrategia para recuperar legitimidad, generar impacto y gobernar mejor. Es entender que los retos complejos (educación, pobreza, salud, movilidad, empleo) no se resuelven con más burocracia, sino con inteligencia colectiva, alianzas, tecnología y nuevas narrativas. Cuando lo público innova, la vida mejora, es resolver problemas cotidianos como por ejemplo:

En un acueducto municipal, se instalaron sensores y medidores IoT que permiten medición inteligente, detectar fugas en tiempo real. Resultado: menos desperdicio de agua, menor costo de mantenimiento, mayor confianza ciudadana.

En Medellín, una comunidad recicladora creó una app sencilla para reportar puntos de acopio de basura y optimizar su recolección.

En Neiva, una empresa local de café comenzó a usar códigos QR en sus empaques para contarle al cliente quién cultivó los granos.

Una empresa local implementó jornadas laborales flexibles y mejoró la productividad.

En todos los casos, no hubo millones de dólares, pero sí ganas de cambiar el juego. ¡Eso es innovación!: resolver mejor, conectar más, crecer con propósito, no es solo tecnología; es encontrar nuevas formas de hacer las cosas mejor. La clave no está en la tecnología. Está en cómo piensas.

La ciudad que innova, lidera
Las ciudades que promueven ecosistemas de innovación pública logran tres cosas:

Atraen inversión, talento y cooperación internacional.

Recuperan la confianza ciudadana.

Logran soluciones sostenibles a largo plazo.

¿Y cómo empezamos?
Con voluntad política. La innovación necesita liderazgo y apertura al cambio.

Con escucha activa. La ciudadanía tiene muchas de las respuestas que buscamos.

Con aliados. Universidades, emprendedores, jóvenes y comunidades son parte clave del proceso.

Con pequeños pilotos. Probar, medir, ajustar y escalar. Así se transforma.

El llamado es claro: necesitamos instituciones más ágiles, territorios más inteligentes y gobiernos más conectados con su gente.

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