Judicial
El proceso judicial por la desaparición de Kelly Johana Plazas Maná, reportada como desaparecida desde el 1 de marzo de 2024, continúa ayer su curso en medio de múltiples diligencias testimoniales y pruebas técnicas. Las audiencias han revelado elementos relevantes sobre la vida que llevaba la víctima con su exesposo, Fidel Borrero, actualmente detenido y señalado como el principal sospechoso del caso.
Durante la más reciente sesión judicial, el juez escuchó los testimonios de Teresita Borrero y su hermana de 16 años, hijas de Kelly Johana. Las jóvenes relataron experiencias vividas durante su infancia y adolescencia mientras convivían con Borrero, a quien describieron como una persona agresiva, controladora y violenta. Según las declaraciones, su progenitora fue objeto de maltrato, amenazas e intimidaciones durante varios años.
Pablo Plazas, padre de Kelly Johana y abuelo de las testigos, explicó que “el juez recogió las declaraciones de dos hijas de Kelly; mis nietas declararon lo que les costaba decir, convivieron con el tipo, en el sentido de maltrato y amenazas”. Añadió que los testimonios ratifican lo que ya habían expuesto anteriormente en versiones previas del proceso.
El señor Plazas también describió un entorno familiar marcado por el miedo y el control. “El tipo era muy posesivo, muy celoso. Kelly tenía 43 años cuando desapareció; él tiene 60. Trataba mal, amenazaba, intimidaba con un arma de fuego. Eso le tocó vivir mis niñas desde muy pequeñas”, afirmó.
La convivencia con Borrero, según los testimonios, se extendió por más de una década. El cambio en su comportamiento, indican, se hizo más evidente en los últimos siete años de la relación, hasta que Kelly Johana solicitó formalmente el divorcio. La separación fue oficializada mediante acta legal, que establecía obligaciones específicas para ambas partes, incluida la custodia de las hijas por parte de la madre y la responsabilidad económica por parte del padre.
A pesar de los acuerdos, según el relato del señor Plazas, Borrero incumplió reiteradamente con sus deberes, lo que llevó a que se ordenara un embargo para asegurar la manutención de las menores. “Era porque no quería; el tipo es solvente, tiene recursos”, agregó.
El proceso judicial ha sido extenso. Se han recaudado cerca de 120 testimonios, de los cuales aproximadamente 20 son verbales, y el resto corresponde a pruebas técnicas, entre ellas análisis de telefonía y rastreo de comunicaciones.
Durante el juicio, el novio de una de las hijas de Kelly Johanna también testificó; sin embargo, no fue validado por el juez puesto que en el momento que la hija de la mujer desaparecida estaba realizando su declaración, él se encontraba dentro de la sala y escuchó todo.
En paralelo, se conoció que el fiscal a cargo del caso podría renunciar. “Nos contaban que había posibilidad que el fiscal renuncie, no por este caso, sino porque está amenazado. Lleva otros casos delicados, relacionados con grupos armados”, indicó el abuelo de las jóvenes. Tanto el fiscal como el juez estarían recibiendo protección debido al riesgo que implica su labor.
