inicioOpiniónLa politiquería como negocio

La politiquería como negocio

Pir: Fredy Ernesto Tovar Montenegro

Opinión

La máxima del desaparecido líder político y abogado constitucionalista Carlos Gaviria: “Cuando un candidato invierte millones y millones en su campaña, no es un candidato es un empresario y como empresario cuando sea elegido, solo pensará en sacar lucro, provecho y en lo que menos pensará será en su gente” nos abofetea poniendo una prueba fehaciente para redefinir a un candidato o un administrador público elegido como un simple politiquero o mercachifle del presupuesto del Estado.

La Política ha dejado de ser una vocación de servicio para convertirse en un “emprendimiento de la gente de bien”. En una inversión con retorno multiplicado.

Un altísimo porcentaje de alcaldes, concejales, diputados, gobernadores y “líderes políticos” se interesan en el mundo de la política no propiamente por asumir responsabilidades sociales, realmente es por acceder a un “negocio legal” (sin legitimidad) o semilegal donde lo rentable remplaza lo ético y lo público financia lo privado.

En Colombia, en nuestra región y en mi patria chica, la politiquería es asumida como un negocio, y debo decirlo, que en efecto lo es. Las campañas rayan en la opulencia, se compran votos, se aceitan y alquilan maquinarias, y luego se espera, como en cualquier emprendimiento rentable, recuperar con creces lo “invertido”. Lo demuestra el desfile de contratistas por los salones de alcaldías y gobernaciones, recuperando los millones invertidos en campaña.

La credencial abre las puertas a contratos públicos, cargos para la rosca, devolución de favores, cuotas burocráticas y todo gracias a que el sistema es permisivo, tolerante y hasta premia estas posturas. Mientras tanto, la ciudadanía observa con resignación, escepticismo y apatía; pero la indignación es puntual y pasajera, ya que la memoria es corta frente a diversidad de escándalos de corrupción que son develados en los corrillos de la politiquería, pero las votaciones siguen favoreciendo a los apellidos que se auto abrogan el derecho hereditario de ejercer el poder, sumando liderazgos lánguidos de caudillos de barrio y vereda que se suben en el “bus ganador”.

El clientelismo sigue reinando como el eje toral de la politiquería local y regional. En las contiendas politiqueras, y a pesar de que el voto es programático, no existe un amaño de debate por ideas, reinan los favores, el recibo pagado por el candidato, la lista de materiales reclamados en la ferretería, no se discuten programas se reparten mercados. No se construye democracia, se trafica con el hambre y la necesidad del constituyente primario. Es por ello que la pobreza es una buena aliada de los politiqueros que nos gobiernan y que nos quieren seguir gobernando.

El panorama no puede ser peor, cuando identificamos la impunidad como la gran aliada de los corruptos, es casi una política de Estado. Los escándalos y procesos judiciales contra alcaldes, concejales, diputados, gobernadores, ministros, expresidentes y cuanto funcionario del aparato estatal existe, demuestran una y otra vez que la justicia se doblega con impunidad pagada, hasta en las más altas cortes.

A pesar del panorama oscuro de nuestra Democracia, hay quienes votan a conciencia, exigen transparencia, abrogan por la ética en lo público, quienes sin padrinos asumen el reto de aspirar a cargos, quienes asumen la política como un instrumento para construir inclusión y justicia social y no para enriquecer sus bolsillos.

Hay quienes consideramos que es posible sacar a Colombia, las regiones y nuestro municipio, del ciclo politiquero del poder. Pero tenemos claro que es necesario más que buenas intenciones muchísima pedagogía y educación política, participación ciudadana activa, aprobación de las reformas que replantean las relaciones de poder y especialmente una seria reforma al sistema electoral con castigos ejemplares y efectivos a quienes usan el presupuesto público como caja menor.

Debemos desenmascarar a los que posan de defensores del interés general, ocultando y salvaguardando su interés personal y eso lo logramos fundamentalmente en las urnas.

Lo más leido