inicioOpiniónTrabajan sin jefes, pero también sin ayuda: ¿quién piensa en los informales?

Trabajan sin jefes, pero también sin ayuda: ¿quién piensa en los informales?

Por: Edwin Renier Valencia Rodríguez

Opinión

Millones de personas viven del día a día, sin contratos ni seguridad. Ayudarlos puede mejorar barrios enteros y mover la economía de verdad.

En cada calle, en cada barrio, vemos a personas que luchan por ganarse la vida: venden empanadas, arreglan cosas, cuidan carros, cortan el pelo o montan negocios desde su casa o su celular. Son trabajadores informales. No tienen jefe, pero tampoco tienen ayuda. Viven con lo justo, sin pensión, sin seguro, sin acceso a créditos, sin quien los escuche.

Lo increíble es que, a pesar de eso, son quienes sostienen la economía de muchas familias y barrios. Viven del día a día y aún así logran sacar adelante a sus hijos. Pero para los que están en el poder, ellos simplemente no existen.

Y lo que necesitan no es caridad. Necesitan oportunidades: acceso a capacitación, créditos, tecnología, herramientas para crecer. No para volverse “formales” de inmediato, sino para poder avanzar, para tener un respaldo, para sentirse incluidos.

Apoyar a estas personas no es un gasto. Es una inversión en la economía real. Es apostarle al talento que ya existe y solo necesita un empujón. Cuando un informal mejora su negocio, crece su ingreso y puede contratar a otro. Eso es desarrollo de verdad.

Mientras algunos se llenan la boca hablando de economía desde escritorios, hay millones trabajando duro sin apoyo. A ellos sí hay que escucharlos, porque si mejoran ellos, mejora el país.

La gran pregunta es: ¿qué pasaría si por fin los ayudamos?
Y no hablamos de limosnas, sino de algo mucho más poderoso: inclusión financiera.

¿Qué es inclusión financiera y por qué importa?
Inclusión financiera es simplemente permitir que esas personas que hoy viven del día a día puedan acceder a cuentas bancarias, créditos justos, seguros, herramientas digitales y educación financiera. No para que se endeuden, sino para que tengan cómo crecer.

Aquí algunos ejemplos:
Una mujer que vende almuerzos en su barrio podría invertir en mejores ollas o más ingredientes si accede a un microcrédito.

Un joven que hace domicilios podría comprar su propia moto si tiene acceso a un crédito con tasa justa.

Un mecánico informal podría usar datáfono y no perder ventas por falta de efectivo si tiene una cuenta digital.

Una recicladora podría ahorrar algo mes a mes si tuviera una cuenta sin cobros ocultos.

Estos trabajadores ya generan ingresos, ya producen, ya luchan. Lo único que falta es que el sistema deje de cerrarles las puertas.

¿Y por qué los políticos no hacen nada?
Porque no les interesa. Porque la mayoría solo piensa en los votos que pueden conseguir con contratos, subsidios o fotos en redes sociales. No han entendido que el país no se mueve solo con grandes empresas o discursos bonitos. Se mueve con el esfuerzo silencioso de millones que trabajan sin garantías y sin que nadie los vea.

La inclusión financiera no se logra con palabras, se logra con voluntad política y con programas bien pensados desde lo local, desde el barrio, desde el territorio. #uncaféconvalencia

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