Por: Pedro Javier Jiménez
Ooinión
Junio nos despierta con una promesa que se repite cada año: volver a encontrarnos con lo que somos. Para los huilenses —y especialmente para los neivanos—, las fiestas de San Pedro no son solo un festival de comparsas, reinas y rajaleñas. Son una declaración de identidad. Son la forma en que nos decimos a nosotros mismos que, a pesar de todo, seguimos aquí. Juntos.
Pero este año quisiera invitar a que no nos quedemos solo en la celebración. Que hagamos de esta fiesta una oportunidad para reconocernos como comunidad y, sobre todo, para actuar como ciudadanos.
Las tradiciones no sobreviven por decreto, sobreviven porque se practican y se transforman con sentido. En cada alborada hay algo más que pólvora: hay memoria. En cada desfile no hay solo lentejuelas: hay historia. En cada asado hay más que una reunión familiar o de amigos, hay más que un horno, hay una excusa perfecta para restaurar la confianza como vecinos de nuestra ciudad.
Propongo, entonces, que este San Pedro sea también una fiesta del civismo. Que en cada cuadra, en cada barrio, tomemos esta primera semana de junio para embellecer nuestra casa común: limpiar fachadas, recoger escombros, sembrar flores, organizar jardines, pintar andenes. Que lo público también se celebre y se cuide.
Que nuestras tradiciones se expresen no solo en los trajes típicos y los sombreros de pindo, sino en los valores que las sostienen: la solidaridad, la empatía, el respeto, el trabajo colectivo, la resiliencia. Que cada padre le enseñe a su hijo a bailar el sanjuanero, sí, pero también a respetar a quien lo baila distinto, o no lo baila. Que los reinados nos sigan divirtiendo, pero que no olvidemos que la verdadera corona está en sabernos parte de algo más grande: una ciudad llamada Neiva, una comunidad.
Y ya que hablamos de respeto, no podemos seguir siendo indiferentes frente al maltrato animal. Las cabalgatas son parte de nuestra historia y debemos mejorar para que no sean estigmatizadas por falsos animalistas. No es tradición aquello que causa sufrimiento. No puede haber fiesta si hay dolor. San Pedro debe ser una celebración de la vida, no un espectáculo de indiferencia. Es hora de decirle no a prácticas que nos desdibujan y que contradicen el espíritu alegre y generoso de nuestro pueblo.
También debemos decirle no a la violencia, venga de donde venga. La fiesta debe ser sinónimo de encuentro, no de confrontación. Que el licor no nos nuble la conciencia ni nos robe la capacidad de convivir. Que las calles se llenen de música y no de gritos. Que el tambor convoque y no divida. Que el baile acerque y no enfrente.
Porque Neiva, nuestro querido Principado, necesita más que promesas: necesita respeto. Y no hay mayor muestra de respeto que cuidar lo que somos, y actuar con coherencia frente a lo que decimos amar.
Que este San Pedro no sea solo una celebración folclórica, sino un acto de afirmación ciudadana. Que la alegría no termine con el último bambuco, sino que se transforme en compromiso, en cultura viva, en comunidad activa.
El esfuerzo de que Colombia baile San Juanero es nuestro, es nuestra responsabilidad hacerlo bien y con valor ciudadano.
PD 1: un fuerte Reconocimiento a los organizadores de la jornada Healing The Children en Neiva, son 30 años de regalar sonrisas a los niños Huilenses. A todo el equipo de la Camara de Comercio del Huila, por su incansable compromiso con la niñez Huilense. Regalar Sonrisas seguramente llena el alma.
PD 2: En este inicio de junio, también es momento para celebrar los tres años de LaÚltima.com.co, un medio que ha demostrado que el periodismo independiente, crítico, propositivo y oportuno tiene espacio y futuro en el Huila. Felicitaciones a todo el equipo y, especialmente, a César Velandia por su liderazgo incansable y por abrirle un espacio a la opinión sin censura, una página para la voz ciudadana. ¡Larga vida a La Última!
