POR : Andrés Calderón
Opinión
El presidente y su nuevo ministro de Justicia, el doctor Eduardo Montealegre, han anunciado al país que tienen un plan B en caso de no darse la consulta popular por bloqueo institucional. La suerte de esta convocatoria popular se definirá en las cortes, y hablo en plural porque la iniciativa fue demandada en el Consejo de Estado, pero el gobierno ha dicho también que será la Corte Constitucional quien defina el caso. Desde el punto de vista jurídico, esta iniciativa presidencial se ha convertido en un importante litigio del que no se tiene claridad ni en la ley ni en la misma constitución, ni frente a las formas de su convocatoria, ni a quién corresponde su control; recordemos que este mecanismo es relativamente nuevo, nace con la constitución del 91 y tiene como precedente una sola experiencia a nivel nacional (consulta anticorrupción), que no pasó el umbral. Quienes sí han aprovechado este mecanismo de participación son los municipios, con 48 consultas a la fecha.
Recordemos que la consulta popular es un mecanismo de participación y decisión directa de la ciudadanía, que suple en determinados casos la representatividad del congreso, pero con beneplácito de este mismo, un mecanismo de democracia directa consagrado en nuestra constitución política y que se acompaña de otros mecanismos, como lo son: El cabildo, el plebiscito y el referendo (aprobatorio, abrogatorio y constitucional), principalmente. Pero, mientras muchos colombianos apenas entienden de estas formas o herramientas de la democracia, y otros ni siquiera el voto ejercen, la oposición al gobierno ataca vehementemente la convocatoria plebiscitaria, a la que han llamado decretazo, así, de forma despectiva, por no obedecer a una decisión aprobada por el congreso.
Pero, ¿tiene la razón la oposición? Y, ¿son solo los opositores de Petro los que controvierten su decisión de convocatoria de plebiscito? Es este el punto al que quería llegar, pues no podemos obviar el trasfondo de las razones de los primeros que, bajo supuestos argumentos que son solo disfraz, quieren a toda costa hostigar a Petro y sus intenciones de reforma, sean estas de tipo social, económico, ambiental, etcétera. Luego están los segundos, los institucionalistas, diría yo, liberales que encuentran en las formas demandadas por la ley y la constitución política lo correcto, en cuyo caso encuentran que el decretazo es un acto arbitrario que desconoce el poder del congreso y una amenaza directa al registrador al pedirle a este cite a elecciones porque de lo contrario prevaricaría.
Así las cosas, el gobierno hoy avanza en su decisión de “decretazo” justificado por supuestos vicios de inconstitucionalidad en las formas en cómo lo tramitó el congreso, y agrega una perla que no es nueva en la boca de Petro (la constituyente), que ya la había anunciado en la campaña presidencial que perdió con Duque, pero después moduló en su segunda campaña para poder ser presidente diciendo que sería una constituyente para temas específicos, no una reforma completa.
En todo caso, hoy tenemos un Petro cada vez más beligerante y decidido, distinto al conciliador de inicios de gobierno, el de la política del amor, el mismo que habló de pacto nacional y hoy quiere dejar una porción de la sociedad fuera de las decisiones a riesgo de crisis institucional. Y no es que el presidente no pueda tener la razón o parte de ella, pero sí podemos coincidir en que el congreso, en su gran mayoría clientelista y corrupto, se ha vuelto una talanquera para que el pueblo colombiano, ya sea a través de sus gobernantes o de forma directa, realice las transformaciones que necesita para salir de la miseria y la violencia, y lo confirma la decisión que, por presión del plebiscito, toman hoy de discutir una reforma laboral que rechazaron en principio, sin siquiera darle debate, acción que con arrogancia y burla celebraban frente a las cámaras —recuérdese que Miguel Uribe fue uno de esos— como si el daño causado fuera a Petro y no a la sociedad que “representan”.
Pero si el congreso aprueba la reforma, Petro, debes retractarte en tu idea de la consulta popular, y ni que hablar de la posible constituyente; el momento constitucional no es hoy. Será el pueblo colombiano el que juzgará la actuación del congreso el próximo año en las urnas.
Petro y congresistas, oído a estas sabias palabras a propósito del atentado a Turbay:
“Si tú desde el poder generas un discurso de odio, eso se vuelve muertos abajo en la sociedad, se vuelve gente que aprieta el gatillo”. Si tu generas un discurso de acuerdo nacional, de tranquilidad, ese clima va bajando a la sociedad de tal manera que se va distensionando” Gustavo Petro Urrego, candidato presidencial 2022.