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Sanjuanero y caos.

Por: Faiver Eduardo Hoyos Pérez

Opinión

Las fiestas de San Pedro que han sido durante años un emblema de la cultura huilense, enfrentan hoy un reto considerable. Si bien la festividad continúa siendo un atractivo para miles de turistas y una fuente de ingresos importante para el municipio de Neiva, la violencia y el desorden se están convirtiendo en el rostro más visible; lo cual pone en duda la sostenibilidad del festival tal como lo conocemos.

Estas festividades continúan atrayendo una gran cantidad de turistas cada año, consolidándose como uno de los eventos más importantes para Neiva y el Huila. De acuerdo con informes oficiales, la ocupación hotelera durante la festividad ha alcanzado en años anteriores cifras impresionantes en los días del festival, lo que demuestra el fuerte interés de los turistas por vivir esta celebración.

No obstante, más allá de las cifras positivas ha quedado en evidencia que el desbordado ambiente de violencia, alimentado por el consumo excesivo de alcohol, está empañando lo que debería ser una fiesta de celebración. De esa manera, se pone en riesgo tanto la seguridad de los asistentes como la reputación de lo que en su origen fue una fiesta cultural, producto de un coctel cargado de ausencia de cultura ciudadana y falta de control por parte de las autoridades.

El aumento en el consumo de alcohol entre los asistentes ha sido uno de los detonantes de las riñas, implicando situaciones peligrosas en donde incluso se han utilizado cuchillos. Tal fue el caso de varios incidentes registrados en el reciente desfile nocturno, donde personas ajenas a esos conflictos también se vieron afectadas. Sin duda, esta falta de control se extiende en una desorganización en cuanto a la gestión de seguridad en los eventos.

Me pregunto si las autoridades y yo asistimos al mismo San Pedro, dado que ellos hablan de ‘mejoras en seguridad’ mientras que a lo largo de la avenida circunvalar se deben esquivar peleas callejeras y darse la bendición con la esperanza de que nada malo pase. En ese sentido, la hipocresía es evidente dado que despliegan operativos para confiscar fritangas de señoras humildes, pero cuando estalla una riña con armas blancas, los uniformados brillan por su ausencia. Lo que más me molesta es que parece que en Neiva es más grave vender una empanada o un pincho sin permiso que apuñalar a alguien en plena celebración cultural.

La situación se vuelve más grave cuando consideramos el mensaje que estamos enviando a los turistas, y es que las fiestas de San Pedro están perdiendo su esencia de celebración cultural para convertirse en un evento en el que el caos y la violencia parecen tener más protagonismo que nuestras tradiciones. Si de verdad queremos recuperar la verdadera magia de estas fiestas, es importante que las autoridades locales y organizadores tomen medidas contundentes en materia de seguridad y organización.

Aún estamos a tiempo de que el San Pedro vuelva a ser ese encuentro mágico entre tradición y alegría, pero esto exige que cada neivano asuma su responsabilidad. Desde las diferentes autoridades municipales que deben planificar con seriedad, hasta el ciudadano de a pie que debe entender que combinar alcohol con intolerancia es una mezcla peligrosa.

En este sentido, aunque aplaudo la buena voluntad del Alcalde Germán Casagua, su gestión debe ir más allá de los acostumbrados Facebook Live a través de los cuales anuncia las tareas que debe emprender su administración. A su vez, me preocupa que mientras el primer mandatario parece comprometido con hacer su trabajo, el resto de su gabinete se empieza a quedar corto y no se encuentran al mismo nivel de compromiso, y el gran perjudicado será Neiva.

En definitiva, el día que entendamos que el verdadero San Pedro se mide en sonrisas de niños viendo a las diferentes carrozas, ese día habremos recuperado nuestra identidad cultural. Mientras tanto, cada riña, cada botella rota, cada madrugada violenta es un clavo más en el ataúd de nuestra esencia. La pregunta es: ¿seguiremos siendo los sepultureros de nuestra propia tradición o tendremos el coraje de rescatarla?

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