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Te amo Neiva? Pura paja!

Por: Pedro Javier Jiménez

Opinión

Lo que ocurrió el pasado jueves en la noche durante el desfile de Señorita Neiva fue una vergüenza colectiva. Riñas callejeras, agresiones con armas blancas, familias atrapadas entre empujones, vías colapsadas y cero oferta de transporte público. Mientras algunos creían estar celebrando el folclor y la identidad huilense, la ciudad se convertía en una postal del caos. Que además se amplifica sin cesar por las redes sociales. Neiva mostró su peor cara justo en el escenario que debería exhibir su cultura y civismo.

¿De qué nos sirve hablar de Neivanidad si no somos capaces de comportarnos como una comunidad civilizada durante el evento más importante del año? ¿De qué nos sirven los discursos sobre orgullo cultural si ni la administración ni los ciudadanos cumplen su parte? No es posible seguir hablando de una ciudad amable mientras hay gente sacando cuchillos en la vía pública y la logística institucional brilla por su ausencia.

La administración municipal tiene que actuar ya. No se trata de subir videos con caminatas de celador con radio en mano, y sonrisas mientras la realidad ruge detrás de cámaras. Se trata de liderazgo, planeación, y presencia real en el territorio. Se necesita autoridad, inteligencia logística, pedagogía callejera y una respuesta operativa que evite que cada desfile se convierta en un campo de batalla.

Pero también hay que mirar hacia adentro: ¿en qué momento los neivanos confundimos fiesta con desorden, alegría con irrespeto, identidad con incivilidad? No es culpa de un alcalde que haya cuchillos en la calle. Esa es una señal del profundo deterioro de nuestra cultura ciudadana. Si la única forma de disfrutar es agredir, bloquear, tirar basura o armar escándalo, entonces lo que celebramos no es tradición: es barbarie.

La Cátedra de Neivanidad no puede seguir siendo una curiosidad folclórica, el Neiva te amo, una campaña para gastar recursos sin sentido. Debe convertirse en un propósito colectivo serio, transversal, que forme ciudadanos conscientes desde la infancia y que conecte el civismo con la identidad cultural. Y el Festival del Bambuco, si quiere sobrevivir como evento patrimonial, necesita un rediseño estratégico urgente: desde la seguridad hasta la movilidad, pasando por el comportamiento del público y la calidad del espectáculo. No podemos seguir en la parálisis por análisis que tanto nos gusta. Es con Acciones por Neiva, cómo bien identifico el señor alcalde en campaña. Pero que de ejecutar con eficiencia poco.

No estamos hablando solo de fiestas. Estamos hablando de la imagen de Neiva. Y si no la cuidamos entre todos —autoridades y ciudadanos—, pronto no tendremos nada qué celebrar.
Para los futuros aspirantes a alcalde de nuestra ciudad, el primer paso es la unión del propósito de reconstruir la Neivanidad.

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