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¿Qué hace Mane Díaz en el Huila?

Por: Jorge García Quiroga

Opinión

Conocí a Mane Díaz mucho antes de que su nombre apareciera en los titulares como el padre de Luis Díaz, el ídolo de la Selección Colombia y figura del Liverpool. A través de amigos cercanos del Huila que tienen una relación directa con su familia, fui invitado a conocer su entorno más cercano. Gracias a esa oportunidad, pude comprender con más claridad quién es Mane y qué hay detrás del sueño cumplido de su hijo. Lo que encontré fue lo que somos la mayoría de los colombianos: una familia humilde, trabajadora, con raíces firmes y valores que no se negocian.

Un detalle que me marcó fue saber que el tío de Lucho, trabajador de toda la vida en la Casa de la Cultura de Barrancas, Guajira, fue quien le conseguía los guayos cuando era niño. Esos gestos sencillos, pero llenos de amor, hablan de una red familiar que acompañó el talento de un niño con hambre de gloria, pero con los pies sobre la tierra.

Hoy, cuando la familia Díaz vive con orgullo y sencillez el éxito de Lucho, no han perdido su esencia. Mane sigue siendo ese hombre auténtico que fundó una escuela de fútbol en su natal Barrancas, no solo para formar a su hijo, sino para abrir caminos a otros niños del pueblo. Esa escuela aún existe y es símbolo de lo que se puede lograr cuando hay convicción y entrega.

Recientemente, Mane ha recorrido varias regiones del país, y el Huila ha sido uno de sus destinos. Estuvo en Neiva, Palermo, Rivera, La Plata y Garzón. En cada lugar, su mensaje ha sido claro: quiere motivar a los niños para que crean en sus sueños y también despertar conciencia en los padres. Habla con honestidad, con fuerza y con experiencia de vida. Llama a los adultos a estar presentes, a ser parte del proceso, a no soltarle la mano a sus hijos cuando más los necesitan.

Él cree, y lo repite sin cansancio, que con esfuerzo, disciplina, fe y apoyo familiar todo es posible. Y su historia lo demuestra. A pesar del trago amargo que vivió con su secuestro en 2023, Mane sigue con el alma en alto, con una sonrisa franca, con la palabra viva. No se ha dejado vencer ni por el miedo ni por la fama.

Algunos lo critican por su estilo espontáneo, por su forma particular de expresarse o por su visión directa de la vida. Pero esa es su esencia. Y en un país como el nuestro, donde tantas veces se exige perfección a quienes vienen de abajo, es importante decirlo: Mane no tiene que cambiar para encajar. Su autenticidad también merece reconocimiento.

Porque él no es solo el padre de un futbolista exitoso. Es un formador, un luchador, un hombre que sabe lo que cuesta abrirse paso desde la nada. Su ejemplo es necesario. Y su mensaje a padres, madres, entrenadores y líderes es profundo: acompañen a sus hijos, crean en ellos, guíen con amor, sin imponer, pero sin soltar.

Este no es un relato para idealizar ni engrandecer en exceso, sino para reconocer la fuerza de un hombre coherente, sencillo y valiente. En tiempos donde escasean los referentes reales, Mane Díaz recorre Colombia sembrando esperanza. Y el Huila, como muchas otras regiones, ya recibió su mensaje.

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