Por: Jorge García Quiroga
Opinión
Hay historias en el fútbol que desafían la lógica y nos recuerdan que la vida siempre ofrece segundas oportunidades. La convocatoria de Dayro Moreno a la Selección Colombia, a pocos días de cumplir 40 años, no es solo una noticia deportiva: es un relato de constancia, paciencia y superación personal.
Lo primero que sorprende es el respaldo popular. En redes sociales, miles de hinchas celebraron su llamado, como pocas veces ocurre. Colombia entera empujó para que volviera a vestir la tricolor, algo inusual en un país donde la crítica suele pesar más que el reconocimiento. Ese fenómeno se entiende al mirar la carrera de un hombre que, pese a las polémicas, se ha ganado un lugar en la historia del fútbol colombiano.
Dayro Moreno debutó con Once Caldas en 1999, y pronto se convirtió en referente. En 2004 fue pieza clave del histórico título de Copa Libertadores, el único que reposa en las vitrinas del club de Manizales. Su carrera luego lo llevó al exterior: jugó en México con Tijuana, donde fue campeón en 2012 y goleador; en Rumania con el Steaua de Bucarest; en Brasil con Atlético Mineiro; y en Argentina con Talleres de Córdoba. En cada país dejó su sello de goles y carácter.
Su vínculo más fuerte, sin embargo, ha sido con la liga colombiana. Allí se convirtió en el máximo goleador histórico, con más de 230 anotaciones, superando a figuras como Sergio Galván Rey e Iván René Valenciano. Esa marca lo ubica en la élite de los artilleros, pero sobre todo demuestra una capacidad excepcional para mantenerse vigente durante más de dos décadas, algo que muy pocos logran en este deporte tan exigente.
La historia de Dayro con la Selección también merece recordarse. Debutó en 2006 y aunque nunca alcanzó la titularidad indiscutida, participó en procesos de eliminatorias y en la Copa América. Su regreso, tantos años después, tiene un valor simbólico: es la confirmación de que el fútbol, como la vida, no siempre cierra puertas para siempre.
Claro, no ha sido un camino fácil. Dayro también ha sido criticado por episodios de indisciplina y señalado por su temperamento. Pero el tiempo enseña y las segundas oportunidades existen. Hoy, a punto de cumplir 40 años, su madurez y sus goles recientes con Once Caldas son la mejor respuesta. El talento, cuando se acompaña de constancia, no desaparece.
Su convocatoria envía un mensaje poderoso: no hay límites de edad para quien se aferra a sus sueños. Dayro es la voz de quienes no se rinden, de quienes se levantan después de caer, de quienes prefieren responder con hechos antes que con palabras. Verlo con la tricolor a esta edad inspira no solo a futbolistas, sino a cualquiera que lucha contra el tiempo y las adversidades.
Porque más allá de los goles, Dayro Moreno simboliza la recompensa a la paciencia. Hoy, con la Selección y con el país entero aplaudiendo su esfuerzo, queda claro que no solo regresa un goleador: regresa un ejemplo de que la constancia siempre vence al tiempo.
