Por: Edwin Renier Valencia Rodríguez
Opinión
La innovación en Colombia ya no se ve como mera herramienta empresarial, sino como vía para resolver problemas comunitarios, sociales y medioambientales. El emprendimiento social, las colaboraciones entre academia, sector público y comunidades, el uso creativo de la tecnología para acortar brechas, todo esto va configurando un nuevo ecosistema.
Pero no basta con innovar; hace falta que la innovación tenga propósito y que esté ligada a los retos reales del país: lo rural, la movilidad social, la sostenibilidad ambiental, la justicia social. Si no se responde a esos retos, la innovación puede quedar circunscrita a nichos privilegiados, reforzando desigualdades en lugar de mitigarlas.
Los jóvenes colombianos están demandando mayor representación, transparencia, rendición de cuentas. Están explorando diversos mecanismos de participación: asambleas ciudadanas, veedurías, proyectos locales, incidencia comunitaria. Reivindican que la política no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para materializar equidad, oportunidades y justicia.
Para que esa política juvenil tenga peso real, es indispensable abrir las instituciones, permitir la regeneración de liderazgos, garantizar que las decisiones se tomen también con quienes han sido históricamente marginados o ignorados (por razones geográficas, sociales, étnicas), y fortalecer mecanismos de participación que sean efectivos y sostenibles.
Sin embargo, el camino no está exento de obstáculos. Algunos de los principales desafíos que enfrentan los jóvenes colombianos hoy incluyen:
Desempleo y subempleo: Muchos jóvenes encuentran dificultades para acceder a empleos de calidad, con condiciones justas y con vínculo claro entre su formación y las necesidades del mercado.
Brechas educativas y de habilidades: No basta con ir a la universidad o colegios; es necesario que haya conexiones prácticas entre lo que se enseña y lo que el mercado o la sociedad demandan, incluyendo alfabetización digital, idiomas, pensamiento crítico, innovación.
Desigualdad territorial: Las zonas rurales, alejadas, menos conectadas, siguen quedándose atrás en términos de infraestructura, acceso digital, servicios de salud y oportunidades de participación.
Desconfianza institucional: Corresponde tanto a la falta de representación como a modelos de participación que no siempre resultan efectivos o que no modifican la realidad; esto genera desafección política o apatía, lo que amenaza que se pierda el empuje juvenil.
¿Qué se necesita, entonces, para que Colombia aproveche el empuje de sus jóvenes y diseñe un modelo de crecimiento renovado? Algunas líneas de acción:
Políticas integrales de juventud: No medidas aisladas, sino políticas que consideren educación, empleo, innovación, ambiente, participación, salud mental, etc., de forma articulada.
Educación pertinente y flexible: Apuestas que contemplen nuevas competencias, tecnologías emergentes, aprendizaje práctico, formación para el emprendimiento y para los sectores emergentes del futuro.
Infraestructura digital y conexiones rurales-urbanas: Mejor acceso a internet, tecnologías, recursos digitales, esto no solo en las ciudades, sino en todo el territorio.
Inversión sostenible y responsable: Financiamiento para innovación social, emprendimientos ambientales, infraestructuras resilientes, con criterios de equidad y de impacto ambiental. ¿Qué opinas? #uncaféconvalencia
