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El doble discurso de Petro: paz total con coca total

Opinión

Por: Pedro Javier Jiménez

Petro podrá maquillar con cifras, pero la realidad es que su política de “paz total” está sembrando más coca que nunca.

Gustavo Petro quiere venderle al país la idea de que en la guerra contra las drogas él no ha fracasado y que el campesino cocalero es casi una víctima inocente. Bajo esa narrativa, hablar de erradicación suena a barbarie y, en cambio, se impulsa la permisividad con el cultivo de coca como si fuera la solución mágica a la violencia.

Pero la realidad es tozuda: mientras Petro predica permisividad, su gobierno reporta las mayores incautaciones de cocaína de la historia. Un récord que, lejos de demostrar coherencia, desnuda la contradicción de fondo: la producción de coca sigue creciendo y los cargamentos siguen saliendo. ¿De qué sirve decomisar toneladas si cada semana se siembran miles de nuevas hectáreas? Y mientras tanto, los territorios se llenan de actores armados al margen de la ley; la asonada en La Plata ayer es apenas un ejemplo de ese desorden.

La verdad es que la política de Petro quedó atrapada en el doble discurso: inflar estadísticas internacionales con cargamentos decomisados, mientras en la realidad se tolera la expansión de los cultivos que alimentan el negocio. No se castiga el síntoma: se alimenta la enfermedad.

Y aquí es donde los colombianos debemos hablar con claridad: la lucha contra el narcotráfico comienza en la raíz, en la autoridad dentro de los territorios y en la capacidad del Estado para reemplazar la hoja de coca con cultivos lícitos y regulados. El campo para sembrar vida no para Tolerar la coca sin regulación, y legitimar la economía ilegal más sangrienta de nuestra historia bajo el disfraz de la “paz total”, es el mayor error del presente gobierno.

Petro podrá mostrar incautaciones récord, pero su permisividad multiplica la producción y garantiza que nunca falten toneladas para incautar. Es un círculo perverso que beneficia al narcotráfico y engaña al país.

Colombia necesita autoridad, no excusas. Necesita un Estado que entienda que la coca no es un cultivo como cualquier otro, y que mientras siga creciendo en las montañas, el narcotráfico seguirá creciendo en las ciudades. La desertificación confirma el poco interés del gobierno en alienarse con las luchas globales muy similares a las del medio ambiente y sobretodo una promesa de paz que nunca llegó en los tres primeros meses como lo dijo en campaña Gustavo Petro.

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