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Patricia Caicedo defiende la continuidad del cambio y plantea un Congreso al servicio del pueblo

Política

Durante su visita a Neiva, la activista y líder política y aspirante al senado de la República, habló con LaÚltima, sobre su trayectoria, sus banderas en defensa del campo y de las mujeres rurales, y la necesidad de mantener las transformaciones sociales impulsadas por el gobierno del presidente Gustavo Petro.

Patricia Caicedo compartió los fundamentos de su camino político. Su discurso combina la experiencia de años de trabajo social con la convicción de que el cambio debe consolidarse desde las instituciones. Para ella, llegar al Congreso no significa ocupar un cargo, sino abrir un espacio para las voces que históricamente han sido silenciadas.

“Soy activista desde mi preadolescencia”, contó mientras recordaba los primeros años de su vida pública. “He trabajado siempre en lo comunitario, en lo ambiental, en la participación política de las mujeres y en la búsqueda de la equidad. Queremos que el Congreso sea del pueblo y no de los grandes intereses económicos”.

De la militancia social al escenario político

Su aspiración al Senado nace de una idea que se repite en su discurso: las transformaciones sociales no pueden depender de un solo gobierno. “El Senado es un escenario clave porque allí se aprueban las reformas que definen la vida de la gente. Durante décadas ese poder ha estado en manos de quienes defienden al empresariado y no al pueblo colombiano. Por eso entendimos que era necesario llegar allí para profundizar las reformas que deja Gustavo Petro y construir las nuevas que el país necesita”.

Recordó que la política se vació de sentido cuando se convirtió en negocio. “Los derechos se atropellaron porque muchos hicieron de la política una fuente de enriquecimiento personal. Nosotros queremos devolverle su valor ético, convertirla otra vez en un servicio y no en una mercancía”.

El compromiso ambiental y agrario

Entre los temas que más la definen están el ambiente y el campo. Habla con claridad sobre la necesidad de reparar al campesinado, de dignificar su trabajo y de convertir al país en una potencia agroalimentaria. “Mi fuerte siempre ha sido lo ambiental y lo agrario. Este país tiene una deuda histórica con el campesinado. El gobierno de Petro ha avanzado, pero falta mucho. Se han entregado cerca de un millón de hectáreas y formalizado más de 1.300.000, pero esta reforma agraria debe ser más amplia, porque es una reforma de reparación”.

Insistió en que el país rural necesita acompañamiento técnico y productivo. “No es solo entregar tierra. Hay que enseñar cómo ponerla a producir de acuerdo con su vocación agrícola. Los campesinos deben ser campesinos ricos, tecnificados, como en Holanda o Vietnam”.

Las demoras en los procesos de compra, dijo, se deben a las dificultades en las negociaciones con los propietarios. “Muchos piden precios por encima del avalúo comercial y eso retrasa las compras del Estado. En tres o cuatro años no se resuelve todo. Se necesitan al menos ocho años de gobiernos alternativos para cerrar las brechas rurales”.

Las mujeres rurales en el centro del cambio

Una de sus principales banderas es la defensa de las mujeres del campo. Reconoce en ellas la fuerza silenciosa del país y también las heridas más profundas del conflicto.

“La mujer rural fue la que más sufrió. A muchas les mataron a sus esposos e hijos, las desplazaron, las violentaron. Y aún hoy son las que menos oportunidades tienen. Necesitamos más recursos, educación, empleabilidad y proyectos productivos para ellas”.

Dice que los discursos de equidad no bastan. “Las mujeres del campo tienen hijos desde muy jóvenes, deben sostener su hogar y no pueden acceder fácilmente a la educación. Hay que pensar políticas adaptadas a su realidad, no desde el escritorio en Bogotá, sino desde la tierra misma”.

La política como reparación

Para Caicedo, la verdadera reparación pasa por devolver oportunidades. “Durante años el Estado no llegó a las veredas, y cuando llegó fue con violencia. Hoy el reto es que llegue con desarrollo. Las tierras deben ser productivas, pero también símbolo de justicia. Lo que se sembró con sangre hay que cosecharlo con dignidad”.

Un Congreso para la gente

Con tono firme, explicó que su propósito no es individual. “Queremos un Congreso que legisle con los territorios y no solo con las bancadas del poder. La política no puede seguir siendo un negocio de élites. Tenemos que garantizar que las decisiones respondan a las necesidades de los ciudadanos”.

Su mirada es regional. Critica el centralismo que concentra los recursos en Bogotá y en los grandes departamentos. “El presupuesto se distribuye desde el centro, y por eso Antioquia y Bogotá se fortalecen mientras otras regiones quedan rezagadas. En el Caribe, el Pacífico y el sur del país las brechas son enormes. Necesitamos dirigentes que hablen por la región, no por sus intereses personales”.

La democracia y el Consejo Nacional Electoral

Sobre la controversia del Consejo Nacional Electoral, fue categórica. “El CNE está compuesto por magistrados que representan partidos tradicionales: liberal, conservador, centro democrático y cambio radical. Actúan en defensa de sus intereses y han puesto trabas para impedir que los partidos alternativos se unan, porque saben que esa fuerza es arrolladora”.

Propuso transformar el sistema de control electoral. “El Consejo Nacional Electoral, como está, debería desaparecer. No puede seguir siendo un espacio que obstaculice la democracia. Los partidos alternativos seguiremos adelante con la consulta y defenderemos el derecho a elegir y ser elegidos”.

La nueva generación política

A su juicio, el país atraviesa un cambio generacional en la forma de entender la política. “En cada visita, la gente me dice que los políticos solo aparecen en campaña. Tienen razón. La política perdió credibilidad porque muchos la usaron para enriquecerse. Pero hay una nueva generación que quiere cambiar eso. Queremos volver a conectar con la gente”.

Recordó escenas comunes en los pueblos. “Antes los políticos llegaban en camionetas, regalaban cosas y se iban. Nosotros no somos así. Tenemos historia de trabajo social. Mi propuesta es regional, no centralista. Este país se maneja desde Bogotá, pero la Constitución dice que es un país de regiones. Tenemos que cumplirlo”.

Polarización y esperanza

Aunque reconoce que la confrontación política sigue presente, considera que el país ha dado pasos importantes. “En el pasado hubo actores armados patrocinados por el Estado que persiguieron y asesinaron dirigentes. Hoy ese escenario cambió. Aunque aún existen grupos ilegales, ya no tienen el respaldo institucional que antes tuvieron”.

En su opinión, la polarización se trasladó a otros espacios. “Ahora la violencia es simbólica, se da en redes, en discursos, en la desinformación. Pero hemos aprendido a defender la democracia con la palabra y no con las armas”.

Una ruta hacia el futuro

La conversación concluyó con una idea de continuidad y propósito. “He vivido de cerca la violencia y el abandono estatal. Mi compromiso es con las regiones agrícolas, con las mujeres rurales, con los campesinos y con quienes han sido olvidados”.

Cree que Colombia no puede retroceder. “El país necesita seguir el camino de los derechos, la justicia social y la inclusión. Lo que comenzó el presidente Petro no puede quedarse a mitad de camino. Se necesitan ocho años más de gobiernos alternativos para cerrar las brechas sociales. A eso voy al Congreso: a defender la tierra, la igualdad y la dignidad del pueblo colombiano”.

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