Por: Edwin Renier Valencia Rodriguez
Opinión
La educación que olvidamos. ¿Qué esta pasando?. Hoy la intolerancia parece dominar las conversaciones y en los que la convivencia se vuelve más frágil, vale la pena preguntarnos en qué momento dejamos de lado los valores básicos de respeto, cortesía y consideración por el otro. Para muchos, ese aprendizaje se sembraba en casa y se reforzaba en la escuela. Y en más de un hogar, ese proceso tenía un acompañante casi sagrado: el famoso Manual de Carreño, un libro que, aunque hoy algunos consideren “anticuado”, fue durante décadas la brújula moral de generaciones enteras.
Quienes crecimos con él recordamos sus páginas amarillentas llenas de normas de urbanidad, buenos modales y reglas casi ceremoniales sobre cómo tratar a los demás. Era más que un manual de comportamiento: era una guía para vivir con decencia, prudencia y respeto, incluso en los momentos más cotidianos. En muchos hogares, el Carreño se estudiaba con la misma seriedad que los libros de matemáticas o historia.
Pero hoy, en medio de la inmediatez, el ruido digital y el “todo vale”, pareciera que ese espíritu se ha ido desdibujando. Ya no es común hablar de buenos modales; la cortesía se confunde con debilidad, y el respeto se interpreta como una opción, no como un deber. El resultado está a la vista: más discusiones, más agresividad en la vida pública, menos paciencia y menos cuidado por el otro.
No se trata de volver al pasado ni de idealizar una época que también tenía sus fallas. Se trata de rescatar lo valioso: la idea de que la convivencia es un aprendizaje que exige disciplina, ejemplo y repetición. Y que los pequeños gestos como saludar, agradecer, escuchar, respetar turnos, ceder el paso, siguen teniendo un poder enorme para reconstruir la armonía social que tanto necesitamos. Hay gente que se sorprende hoy cuando en un cruce vial cedemos el paso a un peatón por ejemplo.
Quizá sea momento de abrir de nuevo aquel libro envejecido que tantas veces vimos en una mesa o en una biblioteca familiar. Revisarlo no por nostalgia, sino por pertinencia. Preguntarnos qué enseñanzas siguen vigentes y cuáles podríamos adaptar a la vida contemporánea. Recuperar la esencia del Carreño no es un acto de tradición, sino de responsabilidad.
Desde estas líneas, la invitación es sencilla pero urgente: ¿Qué recuerda usted del Manual de Carreño? ¿Qué valores de esa época cree que deberíamos rescatar hoy? Abramos el debate, porque la recuperación de la educación, la urbanidad y el respeto no depende de un libro, sino de todos nosotros.
