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Petro se raja en seguridad

Por: Andrés Calderón

Opinión

Si hay algo que no puede permitirse este gobierno es dar tregua a la delincuencia. Sin lugar a duda, a Petro le ha ido muy bien en economía, transición energética y otros temas, pero se raja en muchos otros, entre ellos la seguridad, y no por falta de voluntad. Petro apostó a un modelo que prioriza la búsqueda del diálogo y la intervención o presencia directa del Estado en los territorios más abandonados. De lo segundo debe decirse que es el principal camino, pero de lo primero es justo decir que es solo posible si, solo si, las dos partes tienen el mismo compromiso, y ese compromiso jamás en estos tres años lo hemos visto los colombianos.

Nuestras cordilleras están plagadas, no solo de café y plátano, también de coca y marihuana, de conflicto, de asesinato de personas todos los días, ahora hasta hostigamientos a la fuerza pública dentro de los cascos urbanos (vuelven las famosas tomas guerrilleras). El comercio está extorsionado, los finqueros y hasta pequeños productores, mejor dicho, a todo el que puedan lo exprimen, claro, con el agravante de no ser solo ELN, Clan del Golfo o disidencias, existe también el oportunismo en combos delincuenciales urbanos que se hacen pasar por disidentes, principalmente jóvenes sin oficio y sin oportunidades que toman la ruta fácil, esa que heredó al imaginario colectivo de nuestra sociedad Pablo Escobar (hacer plata “fácil”).

Según informe del Centro Externadista de Paz, durante los primeros tres años del gobierno de Petro se registraron 40.663 homicidios en el país, 2.862 más frente al trienio de Iván Duque y 4.017 más homicidios que el trienio último de Santos. El año más crítico de los últimos tres periodos presidenciales ha sido el último (agosto de 2024-agosto de 2025) con un número total de homicidios de 13.817, equivalente a un asesinato cada 39 minutos. Los datos también revelan que durante el trienio Petro se ha presentado una reconfiguración en la que el Huila es uno de los departamentos donde más ha aumentado este flagelo, con +312 asesinatos, lo que equivale a un aumento del 40,1%.

Estos datos claramente contradicen la voz del gobierno que habla de un desescalamiento del conflicto. Bien es sabido que este gobierno heredó un estado plagado de violencia, que es histórica, en la que evidentemente todos los gobiernos han fracasado, aun cuando algunos han logrado desescalamientos importantes. La propuesta de “paz total”, una frase poderosa, claramente apuntaba a sentar las bases del inicio del fin, una propuesta integral de sometimiento y acuerdos que prometía por fin abrir el camino hacia un escenario de pacificación de los territorios, superando las deficiencias que tuvieron Barco, Gaviria y Santos. Pero a pesar de ello, el panorama sigue siendo sombrío; ya los datos, no solo de homicidios, sino también de desplazamiento forzado, extorsiones, tomas y hasta secuestros lo demuestran.

El abordaje integral del conflicto, sin duda alguna, ha sido una preocupación de este gobierno, marcando la diferencia en muchos aspectos; sin embargo, estas acciones son también complejas y muchos de sus resultados se evidencian en el largo plazo (inversión en educación, salud, acceso a tierras, vías, etc.). Mientras tanto, el gobierno debe fortalecer la guerra frontal contra la delincuencia (zanahoria y garrote), tender los puentes al diálogo, pero a la vez ejercer una fuerte presión militar, frontal, contra la delincuencia. El delincuente jamás se sentará a dialogar si no se siente presionado.

PDT: Flaco favor le hace a esta lucha intervenciones como las de la senadora Isabel Cristina Zuleta y a todo el que no dimensione la exigencia de seguridad de la ciudadanía, pues el diálogo se ha extendido demasiado.