Por: Ana María Rincón
Opinión
La reciente solicitud del alcalde de Neiva, Germán Casagua, al Concejo Municipal para aprobar un endeudamiento de 28.000 millones de pesos con destino a la remodelación del estadio Guillermo Plazas Alcid ha reabierto un debate que lleva años: ¿apostarle a recuperar un escenario que ha estado marcado por tragedias y demoras, o pensar en la construcción de un nuevo estadio que responda a las necesidades deportivas y sociales del Huila?
Es innegable que Neiva necesita un estadio digno. El Guillermo Plazas Alcid no solo es escenario del Atlético Huila, sino también un referente deportivo de la región. Una remodelación permitiría recuperar un espacio para el fútbol profesional, dinamizar el comercio, la hotelería y el turismo cada vez que el equipo juegue en casa. Además, invertir en infraestructura deportiva puede enviar un mensaje positivo de progreso.
El gran obstáculo en este momento es el endeudamiento. 28.000 millones de pesos no son una cifra menor para un municipio que ya cuenta con un reciente endeudamiento. Comprometer las finanzas públicas en un proyecto de alto costo y largo plazo puede limitar la capacidad de respuesta.
Por otro lado, la historia del Plazas Alcid no es alentadora: las fallidas remodelaciones pasadas, los sobrecostos y, sobre todo, el desplome de las graderías en 2016, que cobró vidas humanas, dejaron una herida abierta en la ciudadanía. Existe el riesgo de que una nueva intervención quede inconclusa, se convierta en un elefante blanco o se repita el ciclo de retrasos.
El verdadero debate es si vale la pena seguir invirtiendo en un escenario marcado por problemas estructurales o si es más responsable proyectar, con visión de futuro, un nuevo estadio. Un nuevo proyecto permitiría planear desde cero, ajustarse a estándares modernos de seguridad y sostenibilidad, y evitar cargar con la sombra de las obras fallidas. Claro, esto implicaría un esfuerzo financiero mayor, pero, a largo plazo, podría resultar más eficiente que remendar un estadio viejo con antecedentes tan negativos.
El punto crucial es que el endeudamiento para la remodelación es una apuesta de alto riesgo: puede devolverle a Neiva un escenario deportivo que impulse la economía local, pero también puede hipotecar al municipio sin garantías de éxito. El Concejo de Neiva tiene en sus manos una decisión crucial: aprobar un crédito que puede revitalizar la ciudad o convertirse en otro capítulo de frustración y desconfianza ciudadana.
Lo cierto es que Neiva merece un estadio seguro.
