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Boyacá bajo ataque: la paz de Petro escrita con sangre

Por: Ana María Rincón Herrera

Opinión

El atentado en Boyacá no solo sacude a una región símbolo de independencia y civismo: también desnuda el fracaso total de la política de “paz total” del gobierno dePetro. Mientras el presidente habla de reconciliación y diálogos infinitos con los violentos, los colombianos vuelven a vivir con miedo. Lo que ocurrió en Boyacá una tierra históricamente tranquila, leal y trabajadora representa la prueba de que el país se está desangrando mientras el Estado mira hacia otro lado.

La “paz” que se pregona desde el Palacio de Nariño es una ilusión peligrosa. Se entrega el territorio a cambio de titulares, se suspenden operaciones militares, se liberan delincuentes y se confunde el perdón con la impunidad. El resultado está a la vista: los grupos armados se fortalecen, los campesinos vuelven a ser extorsionados y ahora, hasta Boyacá corazón de la patria se ha convertido en escenario del terror.

Petro prometió acabar con la violencia a través del diálogo, pero lo único que ha logrado es desarmar al Estado y empoderar a los criminales. Cuando los bandidos sienten que pueden atacar sin consecuencias y cuando los policías y soldados se sienten abandonados por su propio gobierno, el país entero se convierte en rehén.

Lo de Boyacá no es un hecho aislado. Es el reflejo de lo que ocurre en el Cauca, el Catatumbo, el Chocó y el Bajo Cauca antioqueño: un Estado rendido, una fuerza pública debilitada y un gobierno que prefiere culpar al pasado antes que asumir su responsabilidad presente.

Colombia no necesita más pactos con los violentos. Necesita autoridad, justicia y carácter. Boyacá nos recuerda que la libertad se defiende con firmeza, no con discursos complacientes. Si el gobierno no tiene la voluntad de protegernos, será la ciudadanía esa que trabaja , produce y ama esta tierra la que tendrá que alzar la voz y exigir que se recupere el orden y la seguridad que hoy se nos escapan de las manos.

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