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A las 10:40 de la mañana, en una clínica de la ciudad de Ibagué, falleció ayer martes 20 de mayo, Rafael Díaz a la edad de 90 años. Rodeado por sus hijos y nietos, el veterano formó parte del Batallón Colombia No 2 que partucipó en la coyuntura de enfrentamientos entre Francia, Gran Bretaña e Israel contra Egipto por el canal de Suez en 1957 y pionero de las comunicaciones en el sur del país dejó este mundo en calma, luego de varios años enfrentando problemas de salud.
Nacido el 19 de diciembre de 1934, Díaz fue un hombre de múltiples vidas: soldado, agente de inteligencia, oficial de policía, empresario y radioaficionado. Su historia atraviesa buena parte del siglo XX colombiano, con estaciones en la historia militar, los servicios de emergencia, y las telecomunicaciones en regiones apartadas.

Su servicio militar lo llevó desde el Batallón en Ibagué hasta ser delegado en Ataco, Tolima. En 1957 fue designado para integrar el Batallón Colombia N.° 2, enviado como parte de la misión de los Cascos Azules de las Naciones Unidas al Canal de Suez, en Medio Oriente. Fue allí, según relataba, donde tuvo su primer y más crudo contacto con los estragos de la guerra.
“Mi papá decía que lo más duro que había visto en su vida fue lo que dejó la guerra”, recuerda su hija María Mercedes Díaz. “Siempre nos decía que la barbarie no debía repetirse en ninguna parte del mundo”.

A su regreso a Colombia, Díaz integró por un tiempo el grupo de inteligencia del gobierno nacional, y poco después ingresó a la Policía Nacional, donde se desempeñó como jefe de Comunicaciones hasta su retiro en 1977. “En esa época el cargo de dragoniante era un reconocimiento al liderazgo que él ejercía”, comenta su hija. Su rol no solo era operativo, también fue un gestor institucional.
Ya pensionado, fundó su propia empresa ‘Comunicaciones del Sur’ con sede en Neiva, ciudad que fue el eje de su vida familiar, laboral y social. A través de su empresa distribuyó radioteléfonos y equipos de comunicación a organismos de socorro y comunidades rurales. También apoyó a la Defensa Civil y a la Cruz Roja, consolidándose como un pionero en la radioafición del sur del país.
“Fue uno de los primeros radioaficionados de Colombia”, asegura María Mercedes. “Le apasionaba hablar por radio, conectar personas, ayudar en emergencias. Siempre estuvo ahí cuando alguien lo necesitaba”.

Su vida en Neiva comenzó cuando fue trasladado como policía. En el municipio de Nátaga conoció a María Perdomo, con quien contrajo matrimonio. Tuvieron seis hijos: José Francisco, Jorge Arturo (fallecido en 2021), Pedro Pablo, María Mercedes, Rafael Antonio (fallecido en 2022) y Ana Elvira.
“Cuando murió mi hermano Jorge en 2021, mi papá tenía 86 años. Fue un golpe muy duro para él”, cuenta su hija. Poco tiempo después, Díaz cerró formalmente su empresa, aunque conservó todos sus equipos, como parte del legado familiar.
En diciembre de 2020 fue homenajeado como Personaje del Año por los pensionados de la Policía Nacional, y también fue uno de los fundadores de la Asociación de Pensionados del Huila, donde promovió la identidad y la organización del gremio. En 2024, fue condecorado por el Ejército y el Concejo de Neiva como veterano y sobreviviente de la misión internacional del Batallón Colombia.

Durante sus últimos tres años, residió en Ibagué. Fue diagnosticado con cáncer de próstata, enfermedad que enfrentó con serenidad. “Para nosotros, fue un héroe”, dice María Mercedes. “Un guerrero que luchó muchas batallas, no solo en la vida militar, sino en lo cotidiano”.
El legado de Rafael Díaz permanece en las historias que narran sus hijos, en los radios que aún funcionan y en las voces que un día ayudó a conectar. Su vida fue un puente entre el deber y la pasión, entre el servicio y la memoria.
