Pir: Pedro Javier Jiménez
Opinión
El liderazgo transformacional tiene como propósito reencausar las conductas del ser humano y de las organizaciones, generando nuevas formas de pensar, actuar y relacionarse dentro del sistema. En Neiva, hemos visto surgir una figura que viene haciendo esfuerzos loables por recordarnos que vivir sabroso —como se dice hoy— no significa solo pasarla bien, sino también aprender a querer lo nuestro, reformar al ciudadano y sembrar conciencia colectiva.
Desde la Bambuquera, la capital del Magdalena y de este principado llamado Neiva, este líder ha planteado una estrategia poderosa: llegar a los niños y jóvenes con charlas inspiraciónales. Porque sí, ahí es donde debe nacer el nuevo ciudadano. Son ellos, los niños y jóvenes, la tierra fértil donde debemos sembrar esperanza, sentido de pertenencia y futuro. Por eso, celebramos estos eventos que buscan transformar desde la raíz la cultura de nuestra comunidad.
Este esfuerzo no ha sido en vano. Más de 30 entidades y personas naturales han aportado economícamente y voluntariamente para hacerlo realidad. Es una muestra de que cuando hay propósito, sí hay respaldo. Sin embargo, la reflexión se impone: ¿por qué esa misma voluntad no la vemos replicada en otros frentes urgentes del desarrollo?
Hace unos días, conversando con un dirigente educativo de Neiva, abordamos la crítica situación de la infraestructura escolar. Hablamos de cómo levantar una ruta que recupere la dignidad de los colegios, y de la importancia de brindar entornos no solo óptimos, sino inspiradores, donde también se siembre la semilla del nuevo ciudadano.
Le pregunté si la estrategia de Alianzas público privadas era una opción. Si los empresarios de Neiva estarían dispuestos a asumir este compromiso con responsabilidad. La respuesta fue lapidaria: “No mostraron interés”. Triste, pero real. Y podría entender que no hay confianza para tomar esa decisión Pero la figura permite hacer la obra directamente por el aportante luego no habría restricción por confianza. Lo que no hubo fue ganas de transformar.
Entonces, ¿cómo hacemos para que esa generosidad mostrada en eventos puntuales se traduzca en un compromiso estructural, sostenido, transformador?
Ya tenemos un ejemplo: la escuela del Venado. Allí, un empresario, uno solo, con propósito recuperó una institución educativa abandonada, dignificó los espacios y les devolvió a cientos de niños la posibilidad de soñar desde un salón decente. Un gesto que no solo transformó paredes, sino destinos.
Lo que necesitamos no es solo un líder transformacional, sino una ciudadanía transformada. Una comunidad que entienda que sembrar en los niños y jóvenes es la mejor inversión, que invertir en educación no es gasto sino construcción de país y que desde el empresariado se debe enseñar con el ejemplo.
Señores empresarios que tal si abrimos el corazón y la conciencia y empezamos a invertir en el futuro de esta ciudad con la responsabilidad social que tanto necesitamos.
Que tal si el empresariado de Neiva da una lección de política, de liderazgo colectivo, y con intervención social prendemos los motores para generar “Aulas para la vida”
PD: Celebramos que el colegio Santa librada tenga una luz de vida. Una vez la acción conjunta, articulada y con liderazgo colectivo permitió hacer realidad el objetivo de encontrar los recursos para salvarlo.
PD2: con el mismo liderazgo colectivo y articulado un nuevo logro para la ruta 45.
Liderazgo Colectivo
