Por: Edwin Renier Valencia Rodríguez
Opinión
Yo también he sentido incertidumbre. También me he preguntado si todo este esfuerzo vale la pena, si las cosas van a mejorar, si el trabajo duro que hacemos cada día tendrá algún fruto. Pero hay algo que con los años he aprendido y que hoy quiero compartir contigo: el pensamiento optimista no es un lujo, ni una ingenuidad. Es una herramienta poderosa que me ha sostenido en los días más difíciles, y que puede sostenerte a ti también.
En nuestras calles, en el campo, en las fábricas, los comercios y los hogares, cada día miles de hombres y mujeres nos levantamos temprano con la firme intención de ganarnos la vida honestamente.
No se trata de negar la realidad. Yo veo los problemas. Sé lo que cuesta pagar cuentas, levantar una familia, emprender un negocio o simplemente sobrevivir en un mundo que cambia tan rápido. Pero en medio de todo eso, yo elijo creer que se puede. Que hay algo por construir, algo por mejorar. Y ese pensamiento, esa decisión diaria de ver posibilidades donde otros ven límites, es lo que me ha empujado a seguir adelante.
Las personas que piensan con optimismo no niegan la realidad: la transforman. Deciden creer que pueden empezar un nuevo negocio, que pueden educar a sus hijos para un futuro mejor, que pueden organizarse con otros para lograr cambios en sus comunidades. Porque cuando creemos que algo es posible, damos el primer paso para hacerlo realidad.
El optimismo me empodera. Me da fuerza. Me conecta con lo mejor de mí mismo. Me recuerda que no estoy solo, que hay muchas personas como tú y como yo, que madrugan, que luchan, que no se rinden. Y cuando uno piensa así, empieza a tomar decisiones diferentes. Se atreve a dar pasos nuevos. A buscar soluciones. A volver a empezar si es necesario.
No digo que sea fácil. Ser optimista en medio de la incertidumbre es un acto de valentía. Es resistir, es levantarse aun cuando las fuerzas flaquean. Pero vale la pena. Porque cuando uno cree que las cosas pueden cambiar, empieza a cambiarlas.
Si hoy te sientes cansado, confundido o desanimado, permíteme decirte algo desde el corazón: lo que estás haciendo, lo que estás soñando, el esfuerzo que haces día a día, tiene valor. No dejes que el miedo decida por ti. Decide tú. Cree tú. Porque cuando uno cambia su pensamiento, empieza a cambiar su camino.
Hoy más que nunca, necesitamos creer. No porque todo esté bien, sino porque todavía hay mucho por hacer. Y si tú y yo seguimos adelante con optimismo, con trabajo y con fe, vamos a lograrlo.
P.D.: Ahora que se acercan las elecciones, necesitamos saber escoger líderes. No podemos seguir entregando nuestro futuro a quienes no conocen ni entienden nuestras luchas. El cambio empieza por creer, pero también por elegir con conciencia, con memoria y con dignidad.
#UnCaféConValencia
