Por: Jorge García Quiroga
Opinión
En Colombia hemos avanzado en infraestructura y desarrollo social. Falta mucho, pero se ha progresado. Sin embargo, a veces olvidamos que las obras públicas no son gestiones individuales ni favores personales: son deberes del Estado. Aun así, es justo y necesario reconocer que, detrás de cada proyecto exitoso, hay un tejido de voluntades, actores y esfuerzos coordinados que hacen posible lo que en algún momento parecía imposible.
Tal vez si entendiéramos esto como sociedad, sería mucho más fácil la gestión pública: sin rivalidades ni intereses políticos, sino con una mirada de propósito común. Porque no hay proyecto de impacto nacional, regional o local que pueda sacarlo adelante una sola persona. Las obras son acciones colectivas, construidas desde distintos niveles del Estado, con respaldo técnico, político y comunitario.
Un ejemplo claro de esto es la vía La Piedra – Gallego, en el Municipio de La Plata, Huila. Una obra de alto impacto, con una inversión que supera los 40 mil millones de pesos, donde el Gobierno Nacional y el Departamento del Huila son los principales aportantes. Pero esa cifra, aunque significativa, no alcanza a dimensionar todo lo que hubo detrás.
Recuerdo el clamor de las comunidades durante años, presidentes de Juntas, líderes, expresado en emisoras locales como Global Stéreo y Potencia Latina, donde voces como la de don Arnoldo no se cansaban de exigirle al Estado lo justo. Recuerdo también a los alcaldes de la zona, todos sin excepción, empujando este proyecto. Pienso en Carlos Anaya (Q. E. P. D.), quien no dejó espacio sin mencionar la importancia de esta vía.
En el escenario nacional se unieron representantes como Flora Perdomo, Julio César Triana, Álvaro Hernán Prada y Jaime Felipe Lozada, quien, con su cercanía al gobierno de la época, tuvo una mayor capacidad de gestión. También senadores como Rodrigo Villalba, Ernesto Macías y otros legisladores que entendieron que esta obra era una necesidad, no una bandera política.
A nivel departamental, el entonces gobernador Carlos Julio González dio el primer paso con la fase inicial de pavimentación entre el Municipio de La Plata y el sector La Piedra, marcando el comienzo de una transformación que años más tarde continuaría con fuerza. Luego, el exgobernador Luis Enrique Dussán mostró voluntad política, técnica y financiera: asignó 16 mil millones de pesos a esta obra, una cifra nada despreciable para un departamento como el nuestro. La Asamblea Departamental, con responsabilidad y visión, aprobó la totalidad de los recursos necesarios. También estuvo el ingeniero Camilo Ospina, oriundo de La Plata, aportando con conocimiento y compromiso. En el plano técnico nacional, desde INVIAS, Javier Rincón y su equipo trabajaron con rigor en la estructuración del proyecto.
A nivel local, el Concejo Municipal de La Plata, así como los concejos del occidente del Huila, jugaron un papel clave al apoyar institucionalmente esta iniciativa. Las veedurías ciudadanas también fueron fundamentales, haciendo seguimiento y ejerciendo control social para garantizar la transparencia y el cumplimiento.
Seguramente se me quedan por fuera nombres de personas e instituciones que aportaron; el espacio no alcanzaría para mencionarlos a todos. Pero lo verdaderamente valioso es reconocer que así se construyen las grandes obras: con la fuerza colectiva.
Hoy, el gobernador actual, Rodrigo Villalba Mosquera, ha anunciado con visión de futuro la continuidad del tramo hasta llegar a Belén. Es una decisión que debe celebrarse, no como un logro personal, sino como el fruto de una cadena de trabajo interinstitucional.
Reconocer estos esfuerzos no es hacer política, es construir país. Porque cuando un territorio se conecta, florece la esperanza. Y cuando las voluntades se suman, el desarrollo deja de ser un anhelo y se convierte en realidad.
