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El uso de la pólvora, debate pendiente

Por: Andrés Calderón

Las tradiciones, o lo que se trasmite a través del tiempo, de generación en generación, contiene en gran medida elementos importantes de nuestra identidad; el modo de vestir, la música, el baile, la comida, creencias, elementos que por su supervivencia hoy hacen parte de nuestra cultura. Sin embargo, estas tradiciones no necesariamente son buenas per se, o por haber sido siempre aceptadas sin medir consecuencias en un mundo globalizado, cada vez más incluyente y diverso que extiende el derecho a la fauna y flora.

Tradiciones como la caza de fauna silvestre han sido reevaluadas, prohibidas totalmente en muchas zonas de conservación, o reguladas desde que se hizo conciencia de la desaparición de especies que afecta el equilibrio de los ecosistemas, pero también por el derecho existir de todo organismo vivo que no implique un riesgo a la existencia humana. En nuestro país, por ejemplo, se estableció la veda del bagre en periodos de reproducción para garantizar su supervivencia.

Por otro lado, festividades en torno al uso animal como diversión, la tauromaquia, históricamente muy importante en España y defendida por la ley en buena parte del territorio, o las famosas corralejas en lo que alguna vez fueron sus colonias, son tradiciones muy arraigadas pero injustas, que se basan en el maltrato animal y que afortunadamente están siendo prohibidas. En mayo de este año el congreso de Colombia aprobó la ley que prohíbe las corridas de toros y actividades relacionadas a partir del 2027.

En España, a pesar de su arraigada tradición, las corridas de toros, aunque legales, no se celebran en las comunidades autónomas de Galicia e Islas Baleares y están prohibidas completamente en Islas Canarias y Cataluña.
También existen debates en el mundo a acerca de las peleas de gallos que ya están siendo prohibidas; en Colombia a la fecha no ha sido posible, aunque se ha intentado tramitar en el congreso. Pero hay un elemento que, aunque no hace uso de animales para la diversión o les pone en riesgo su supervivencia por el consumo, si afecta considerablemente su salud y constituye un fuerte maltrato, no lo percibimos a simple vista a no ser que seamos propietarios de mascotas y está siendo centro del debate en festividades, me refiero al uso de la pólvora.

Los animales y la pólvora

Dado que las capacidades auditivas de los animales son mucho más amplias que la de los humanos, el uso de la pólvora, especialmente en festividades, afecta gravemente su salud. De acuerdo con expertos en conducta animal, las explosiones de fuegos artificiales pueden emitir sonidos de 150 hasta 190 decibelios, y se estima que a partir de los 65 decibelios inician efectos de estrés en todos los animales. A partir de este mismo valor la OMS considera que cualquier sonido es ruido, y, por tanto, contaminación acústica.

Según estudios hechos por el Instituto Humboldt, los fuertes ruidos que produce la pólvora generan pánico en las aves produciendo desorientación y su posteriormente choque en los que pierden la vida, también pierden tiempo de descanso, de alimentación y hasta abandono del nido.

Los efectos del ruido causados por la detonación de pólvora pueden variar en cada especie, esto depende de las reacciones de su sistema nervioso y por su puesto a la cercanía de los eventos; sin embargo, en todos puede generarse episodios de pánico, fobia, ansiedad, perdida de orientación y hasta paros cardiacos.

Hoy, quienes más abogan por la restricción de esta actividad tradicional, pero injusta y con suficientes razones, son los propietarios de mascotas, quienes evidencian y sienten la tortura a la que se someten los perros y gatos principalmente y por su puesto la comunidad científica que expone el problema.

Pero la pólvora también genera perturbación del sueño y la tranquilidad en las personas, en los que no están de fiesta, a los niños, a los ansíanos. El entender las afectaciones a la salud y la tranquilidad que genera el uso de pólvora a los humanos y demás especies, es además un acto de responsabilidad y empatía que debe centrarnos en abrir el debate serio sobre la prohibición definitiva de este elemento.

Las regulaciones al uso de la pólvora, especialmente de voladores que son la materia de discusión aquí, son tratados en Ley 2224 de 2022, pero no se cumplen y son los municipios muchas veces los promotores de su uso en festividades.

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