Redacción La Última
El Padre Leiber Cantillo, antíguo párroco de San Roque en Altamira fue trasladado a la parroquia del Espíritu Santo en Pitalito. Sin embargo, su paso por el municipio la capital del bizcocho de achiras dejó huella, por lo que sus feligreses ya lo extrañan y quieren exaltar su legado.
En Altamira, lo reconocen por su liderazgo espiritual, su forma de ser muy humana y por destacar la cultura para contagiar de alegría a su comunidad.
Dicen que durante la cuarentena y pese a que las eucaristías fueron restringidas y esto generó afectaciones económicas para la Parroquia, el Padre Leiber logró adelantar obras materiales importantes en la Parroquia, como la restauración del lugar donde reposa la imagen de San Roque, la reposición del Altar Mayor, la renovación del Despacho Parroquial, la restauración y embellecimiento del interior de la iglesia, la terminación del apartamento iniciado por el Padre José Chifarelli, el mantenimiento y pintura del Polideportivo Parroquial, el embellecimiento del Cementerio y el inicio del recaudo de los fondos necesarios para la construcción de las instalaciones requeridas por la ley, para el tratamiento de restos y cadáveres.
Realmente fueron muchas las obras que dejó el padre Leiber por lo que lo recordarán enormemente en Altamira.
Su despedida, fue en un evento realizado en las instalaciones del Colegio Divino Salvador, donde el padre dejó ver una de sus una facetas como intérprete de la ranchera, demostró que antes que ser esta una actividad incompatible con sus funciones como Pastor y guía espiritual, motiva a sus feligreses a llevar una vida práctica sana y alegre.
Ahora como sacerdote en Pitalito, su comunidad le desea los mejores éxitos en su labor como pastor y mucha bendiciones.
