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Escalona, la niña mencha y el petrismo

Por: Alexander Rojas R.

La trilogía de esta entrega es tan pintoresca como angustiante. Una combinación de vallenato, los rizos rubios más memorables de las novelas colombianas y el necesario vuelo filosófico de la tribu petrista.

En la moderna esfera pública de X, terminaron enfrentados el periodista-comediante y vividor del apellido Daniel Samper Ospina con la otrora super star de la televisión, Margarita Rosa de Francisco —para mi mamá: la «niña mencha». El motivo del rifirrafe fue el cuestionamiento sobre las filiaciones políticas de la actriz.

Para Samper resultaba extraño que una mujer tan “inteligente pareciera encandilada por el liderazgo cantinflesco del presidente”. Sus razones esbozadas fueron los conocidos escándalos que incluyen los vínculos mafiosos de Petro junior, nombramientos cuestionables en altos cargos, hasta la extravagante corrupción en la Unidad de Riesgo, cuyos camiones para “salvar” la Guajira siguen parqueados ganando herrumbre y desprestigio.

Por su parte, Margarita respondía con tono de sincera devoción que su simpatía política se debía al “proyecto de país” que Petro representa: instituciones sin corrupción, sociedad sin clasismo, universidades públicas de alta calidad, un país sin guerra y equitativo, con ferrocarriles y derechos fundamentales.

Para un desencantado del petrismo como yo, las críticas del humorista no tenían nada de novedosas. Pues, la promesa de cambio que obnubiló jóvenes e inconformes hoy en día no solo parece traicionada sino también enterrada en parálisis gubernamental, corrupción, clientelismo y retórica mesiánica y pedante. Sin embargo, las palabras de la niña mencha me llamaron la atención por tres razones muy reveladoras de la esencia del petrismo.

Una, la esclerótica visión dicotómica del mundo que divide todo en opuestos irreconciliables: ricos/pobres, derecha/izquierda. Dos, la solidez de su fe tras dos años de desenmascaramientos, lo cual no revela inteligencia sino tribalismo. Tres, el proyecto platónico de país que identifica, cohesiona y genera solidaridad de grupo. Hecho que me hizo recordar los versos de Escalona, cuya poesía surrealista parece describir, con preocupación, la política petrista:

Voy hacer mi casa en el aire, pa’ que no la moleste nadie…
Como esa casa no tiene cimientos en el sistema que he inventado yo,
Me la sostienen en el firmamento dos angelitos que le pido a Dios…
El que no vuela no sube, a ver la luz en la nube…

P.S: A Kath. Mi lectora más crítica.

Alexander Rojas R.
Politólogo y analista de la Universidad El Bosque, Bogotá.
jalexanderrojasr@icloud.com

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