Por: Fredy Ernesto Tovar Montenegro
En algunas de esas tertulias que pude disfrutar con mi padre, profesor universitario de la USCO, reconocido por sus posturas políticas y por sus luchas sindicales al lado de los excluidos y de los explotados, de los campesinos y especialmente de los estudiantes, lanzaba una afirmación que solo ahora puedo entender en su indiscutible magnitud, afirmaba que el verdadero lector es quien escribe.
En nuestro momento actual, la invasión al pensamiento por parte de los medios masivos de comunicación, las tecnologías y las muchas maneras de intercambios epistemológicos, las redes sociales y las ventanas del internet, lo frívolo y lo efímero han desplazado a lo esencial y lo fundamental, amenazando de muerte la manera primigenia y esencial de aprehender conocimiento, de construir propio criterio, quizás el verbo más liberador y profundamente emancipador del ser, leer!! La lectura se nos ha diluido en las formas que indica el momento actual, embutiéndonos informacion por toneladas sin ninguna profundidad, con la agilidad de la noticia banal y a la luz de la realidad virtual.
La lectura ha sido la practica más expedita y efectiva para interpretar la realidad, para comprender lo fenomenológico de la vida, del presente, del universo, del conocimiento y de la razón. Es a través del pensamiento multidimensional al que se accede desde muchos libros, como se posibilita construir un discernimiento propio pero colectivo a la vez, es desde los libros, desde la palabra escrita en sus diferentes formas, como el pensamiento ha construido ese tesoro inconmensurable de occidente llamado ciencia.
La lectura me ha acompañado por muchos años de la vida, pero quizás ahora en esta etapa, en que la soledad de mi grata compañía, en que el fracaso del amor entendido desde la propiedad privada, “tú eres mía y yo soy tuyo”, me permiten dimensionar el amor en perspectiva de la gratitud por estar vivo, por ser parte del TODO, por estar en el presente, en el ahora. De esta forma elevo mi valoración por la lectura, práctica profunda del ser, conjugado en el seamos, porque no me puedo concebir como individuo sin reconocerme como especie, como colectivo, como diversidad en la unidad.
De manera súbita tuve el privilegio de una visita inesperada, un hermano de mi padre, el tío Chucho, quien además de su abrazo y sus palabras, me ha regalado una joya inconmensurable, un libro que esperaba que llegara, pero no me lo esperaba tan temprano. Esta obra aterrizó en mis manos y en menos de tres días fue devorado por mi apetito literario que quedó insatisfecho, razón que me tiene leyendo por segunda vez cada una de sus páginas. Esta obra del colombiano Mario Mendoza, la defino como un bálsamo para quien necesita una lectura reflexiva, impulsiva, retante, apasionada y orientadora, un libro que a punta de cuentos y anécdotas te lleve por la vida iluminada con la lectura de todos los libros que puedan pasar por tus manos, como si fueran golosinas en la bolsa de un niño glotón la noche de las brujitas.
Leer es resistir, titulo sugestivo que estampa Mendoza a su obra y que como un anzuelo, te engancha y te alínea en el camino estrepitoso de libros y lecturas, de sueños realizados, de hazañas épicas y de fracasos sin fracasar, porque el arte de leer, es la expresión más esencial de resistir… y cuando entendemos la dimensión de esta resistencia, surge a ultranza la necesidad de luchar, de dar la pelea, de ser coherente con la ética, con la demanda por un mundo mejor, por una sociedad más equitativa, por una especie humana sustentada en el amor y es entonces cuando entiendes que desde la lectura y la escritura se construyen trincheras y avanzadas, se edifican territorios y dignidades… leer es resistir, resistir es avanzar, avanzar es escribir y esta es quizás la mejor manera de luchar.
