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“Tengo trabajo y casa propia, luego existo (¿o no?)”

Por: Un ser funcionalmente infeliz

Opinión

Vivimos en una época gloriosa. ¡Nunca antes el ser humano había tenido tantas apps para meditar, pedir terapia online o fingir plenitud en Instagram! ¡Somos tan exitosos que hasta nuestras crisis existenciales vienen en formato premium!

¿Quién soy yo en una sociedad traumatizada? Fácil: soy ese individuo funcional que llora en el baño del trabajo entre reuniones de Zoom, pero que tiene una hipoteca aprobada y un Apple Watch que mide mis niveles de ansiedad mientras camino en círculos. Porque claro, el progreso está en tu muñeca, no en tu alma.

La prosperidad material nos ha liberado… de la necesidad de mirarnos por dentro. ¿Quién necesita cuestionarse su existencia cuando puede remodelar la cocina? ¿Para qué lidiar con traumas no resueltos si puedes hacer un unboxing terapéutico en Amazon con envío gratis?

¿Infancia difícil? Superada con un sofá nuevo de diseño escandinavo de IKEA.
¿Apego evitativo? ¡Te lo curas viajando a Bali con tu tarjeta de crédito a 36 cuotas!
¿Sentido de vacío? Lo llenas con una suscripción al gimnasio y una foto con filtro Valencia donde pareces feliz, aunque tengas el alma exprimida como un limón olvidado en la nevera.

La sociedad actual te felicita si eres productivo. No importa si estás emocionalmente destruido, lo esencial es que sigas cumpliendo objetivos trimestrales. “Éxito” es acumular diplomas, deudas, gadgets, y silencios incómodos en las cenas familiares, si es que lo invitan.

Vivimos rodeados de likes, pero solos como perros callejeros. Eso sí: perros callejeros con MBA, coche eléctrico y una excelente estrategia de marca personal.

¿Terapia? Solo si no afecta la agenda. ¿Sentir? Solo si se puede monetizar. ¿Llorar? Con filtro de estudio Ghibli, en stories, y mejor si es para obtener engagement.

Porque en esta sociedad traumatizada, el dolor real incomoda. Hay que disfrazarlo de “reto”, “crecimiento”, o “branding personal”. Las lágrimas no se secan con pañuelos, sino con productividad.

Así que aquí estamos: vivos pero solos, exitosos pero vacíos, juntos pero cada uno en su burbuja WiFi. Y si en algún momento te preguntas “¿quién soy yo realmente?”, no te preocupes: la respuesta te llegará… en forma de notificación.

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