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Endeudar Neiva para rehabilitar la tribuna occidental de su estadio es un error

Por: Andrés Calderón

Opinión

Endeudarse para “crecer”, hacer obras y poder dar cumplimiento a los planes de desarrollo parece ser la principal consigna de los alcaldes en el país. Atrás, pero muy atrás o casi nulas, son presentadas a la ciudadanía las estrategias de gestión de recursos ante los fondos de regalías, programas ministeriales e incluso la gestión internacional. Y con profunda decepción debo decir que, por ningún lado es siquiera contemplada la buena gestión de impuestos o tributos locales para aumentar la recaudación, o la realización de ajustes y actualizaciones a la estratificación y los avalúos, y ni que hablar de las palabras plusvalía o valorización, acudiendo a las lógicas populistas de “no pelear con nadie”; es mejor regalar para quedar bien.

Este escenario nos lleva a concluir que somos víctimas de una pésima gerencia de lo público y que tenemos a la cabeza de nuestras instituciones, en la mayoría de los municipios, mequetrefes, en algunos casos sin ninguna formación gerencial y, en otros, con formación académica pero grandes vacíos éticos. No por nada la contratación pública, en especial de obras civiles en el país, es un desastre. Lo que sucede a esta situación es desastroso; tenemos, por ejemplo, que los estudios previos siempre terminan quedándose cortos ante la realidad, por cuenta de malos profesionales de la ingeniería civil y la arquitectura que se dedican al copy-paste de los documentos de estudio y muchas veces son aliados de los que van a licitar la obra. Por otro lado, tenemos los famosos procesos licitatorios que terminan durando meses o incluso pasan el año, justificando la famosa actualización de precios del mercado que extrañamente siempre está sujeta a procesos inflacionarios, no de deflación. Todos estos elementos terminan siempre en los famosos elefantes blancos u obras sobrevaloradas y obsoletas.

El Huila está plagado de este tipo de descalabros; una buena parte de los pocos recursos que se gestionan o que se adquieren a través del crédito termina en la basura, una parte, y la otra en los bolsillos de los contratistas que son inversores de campañas electorales ganadoras que les asignan los contratos. El valor de los recursos que se pierden por este concepto es bárbaro; la contraloría habla de cerca de medio billón de pesos en el Huila, con obras inconclusas o que han costado muchas veces su valor inicial y temporal. Algunos de los casos más representativos están en la ciudad capital, Neiva: uno por cuenta de la gobernación del Huila y otro de la alcaldía como responsables. Me refiero a la torre materno-infantil del hospital universitario, que lleva 14 años en construcción, y el estadio de Neiva, que abarca un tiempo similar. ¡Qué gran vergüenza!

Frente a las dos obras en mención, se puede decir que son el reflejo de la incapacidad institucional y la mala gestión de recursos, así como de corrupción y falta de control de las IAS, que parece ser están en la misma lógica; el pan de cada día en nuestro país. Pero lo que está pasando con el estadio de Neiva obedece a otra lógica; es algo que parece sobrenatural, raya en lo absurdo por no decir otra cosa. Atónitos quedamos muchos con la noticia de la solicitud de un nuevo crédito que hace el alcalde Casagua al concejo de Neiva para, disque, recuperar la tribuna occidental, cuando esta ya había sido desahuciada por anteriores estudios técnicos. Yo pregunto al alcalde y a los concejales que en comisión le aprobaron: ¿Cuál es la importancia de ese escenario para Neiva? ¿El equipo es de los huilenses o siquiera de los neivanos? ¿Cuánto se ha comprometido a poner en bufón que lo compró, que dice ser millonario y dijo que construiría el propio? Y si el escenario de verdad es importante para los huilenses, porque no hablar de las famosas APP para su construcción o gestiones que impliquen crédito, pero para construirlo nuevo como solución definitiva.

Planeación y gestión, señor alcalde y concejales: Neiva no aguanta más descalabros. A todos los huilenses nos duele lo que pasa con la capital y nuestros municipios; nos duele ver cómo dilapidan el erario cada cuatrienio de la mano de diferentes grupos, pero con las mismas mañas. Y a los concejos, por favor, tener en cuenta que los empréstitos que ustedes aprueban deben tener una destinación especificada, que sea justificada y a la que se pueda hacer seguimiento. Esta no puede terminar siendo plata de bolsillo de los alcaldes y, sobre todo, con el antecedente referenciado. Pero además, les queda muy mal a ustedes aprobar créditos en época electoral.

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