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Abelardo de la Espriella: del “abogado mediático” al fenómeno que reacomoda la carrera presidencial

Por: Luis Ernesto Salas Montealegre

Opinión

En menos de un año, Abelardo de la Espriella pasó de ser una figura jurídica de alto perfil a candidato oficial del partido Salvación Nacional, con una fuerza de irrupción que ha sacudido a las maquinarias tradicionales.

Lo que comenzó como una campaña por firmas bajo el sello Defensores de la Patria se convirtió en un movimiento político con partido, aval y—cada vez más—congresistas y aspirantes que ven en él un imán de votos y atención mediática. El aval partidista y respaldo de Salvación Nacional es un salto de poder real no es solo un trámite administrativo: significa estructura política nacional, listas legislativas y financiación.

En un escenario donde los partidos tradicionales sufren desgaste, el ingreso de De la Espriella con una colectividad de historia y bases regionales lo pone en igualdad de condiciones frente a los gigantes electorales.

Su trayectoria jurídica impone respeto, porque su nombre ha estado ligado a casos de alto voltaje mediático y complejidad legal. Esa experiencia le da una autoridad difícil de replicar en temas de justicia, seguridad y orden público, tres ejes que hoy marcan la agenda nacional. Para un electorado cansado de la impunidad, su perfil de abogado penalista es un argumento de peso.

Tiene un dominio total de la escena digital, mientras que otros políticos ensayan, De la Espriella lo ejecuta con naturalidad. Lives calculados, entrevistas que se vuelven virales y producción audiovisual de alta factura.

De la Espriella marca la agenda diaria sin depender de los medios. En un país donde la conversación política se decide en TikTok, Instagram y X, su capacidad de conectar directamente con millones de usuarios se traduce en músculo electoral.

La influencia de De la Espriella trasciende al simple electorado. Carlos Alonso Lucio y Hernán Andrade, hoy aspirantes al Senado con una trayectoria reconocida y un caudal electoral probado, han expresado públicamente su respaldo y se perfilan como piezas clave en la arquitectura de su proyecto político.

Su decisión de acompañar al abogado en la contienda presidencial envía un mensaje inequívoco: la candidatura de De la Espriella no es un ejercicio mediático pasajero, sino una apuesta estructurada con vocación de mayoría en el Congreso.

La pregunta ya no es si puede instalarse en la conversación pública—eso está resuelto—sino si logrará convertir la energía de las redes en un programa de gobierno detallado. Su desafío es demostrar que la misma disciplina que lo llevó a la cima de la jurisprudencia puede aplicarse a la gestión del Estado.

La candidatura de Abelardo de la Espriella confirma que la política colombiana ha entrado en la era del “one-man show” con capacidad de gobierno. No es un influencer que coquetea con la política; es un candidato con partido, organización, narrativa de orden y un magnetismo digital que ningún contendiente puede ignorar.

Su irrupción obliga a repensar las campañas de 2026: ya no se trata solo de programas y alianzas, sino de quién logra conquistar el feed, movilizar bases y convertir likes en votos. Y en esa cancha, De la Espriella ha demostrado que juega con ventaja.

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