Por: Ana María Rincón Herrera
Opinión
El presidente Gustavo Petro volvió a la tribuna de la ONU con un discurso cargado de metáforas y frases altisonantes, en el que buscó presentarse como una suerte de líder moral global. Habló de cambio climático, paz e inequidad y, fiel a su estilo, señaló culpables externos de los males del planeta. Sin embargo, una vez más, lo que se escuchó en Nueva York fue más un monólogo de candidato que la voz de un jefe de Estado.
Uno de los momentos más llamativos fue su ataque directo a Donald Trump, a quien responsabilizó por “la invasión” en el Caribe y por la política intervencionista hacia América Latina. Lo presentó como si Colombia fuera víctima de las decisiones del presidente estadounidense, pero lo cierto es que ese señalamiento carece de rigor y refleja más bien el afán de Petro por convertirse en antagonista de Washington, sin medir las consecuencias diplomáticas. Ese tipo de ataques improvisados pueden sonar combativas en la ONU, pero terminan debilitando las relaciones internacionales de un país que depende de la cooperación de Estados Unidos en seguridad, lucha contra el narcotráfico y apoyo financiero.
Petro, además, insiste en culpar al norte global por la crisis ambiental, mientras en Colombia su propio gobierno no logra frenar la deforestación ni contener la minería ilegal que devora selvas y ríos. Habla de salvar la Amazonía, pero en la práctica la región sigue abandonada y sin soluciones concretas. La incoherencia es evidente.
Mientras condena las guerras que sostienen la economía internacional, la realidad es que en Colombia la violencia crece, los secuestros aumentan y los grupos armados desafían la autoridad del Estado. Su tan promocionada “paz total” se diluye entre incumplimientos, improvisaciones y una preocupante falta de resultados.
En conclusión, Petro utilizó la ONU para atacar a Trump, culpar al mundo del colapso ambiental y recitar discursos de poeta, pero no para defender los intereses concretos de Colombia. Su mensaje puede sonar atractivo para algunos, pero en el fondo es vacío y desconectado de las urgencias nacionales. Una vez más, Petro privilegia el show internacional sobre la gestión en casa: palabras sin soluciones, ataques sin sustento.
