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La retaliación política de Trump a Petro

Por: Andrés Calderón

Opinión

La pelea entre Trump y Petro es una circunstancia sin precedente alguno en nuestra historia como Nación, una disputa en la que sin duda alguna, quienes más sacan provecho son los radicalismos que exacerban sus huestes, llevándolos a votar por odio a uno de los dos. Mientras tanto, en medio de este zaperoco del que muchos no entienden nada y menos sus consecuencias, se cuece una lucha ideológica de la que claramente estos dos personajes han tomado partido, defienden y están dispuestos a llevar hasta las últimas consecuencias.

Trump representa el neoliberalismo, el paradigma del consumo sin límites, cuya principal fuente de energía es el petróleo. Por el otro lado, Petro está más cerca de la idea neoestructuralista del Estado, centra su tesis en la idea extensión del petróleo como principal fuente de energía y un consumo que se ajuste a la regla de sustentabilidad. Estas disimilitudes entre los dos arrastran acciones que como líderes nacionales están teniendo gran incidencia en el campo internacional, y lo evidenciamos recientemente en el escenario de las Naciones Unidas donde el tema central fue el genocidio al pueblo Palestino por cuenta de Israel, en el que, al parecer, Trump se quedó solo. Petro, por el contrario, unificó su voz a la de los principales líderes de Europa y América Latina (México y Brasil), para condenar el genocidio. Petro había sido incisivo en anteriores intervenciones, condenando la agresión de Rusia a Ucrania y llamando al mundo para que de inicio ya al proceso de transición energética.

En apenas casi un año de gobierno, Trump ha abanderado acciones en contra de los migrantes a quienes ha catalogado de delincuentes, y en el plano internacional ha declarado la guerra comercial a medio mundo, tratando de recuperar a la fuerza el terreno perdido con China. Pero, además, Trump ha usado la guerra arancelaria como herramienta política, una forma de presión intimidatoria que busca el fortalecimiento de las derechas en el mundo, y por supuesto garantizar el sostenimiento del modelo neoliberal del cual ha sido uno de los más beneficiados. Trump es un multimillonario, hoy entre los más ricos del mundo.

Seguramente este señor jamás pensó encontrar tanta fuerza y vehemencia en una sola voz, una piedra en su zapato que viniera de su patio trasero, un contradictor con argumentos y dispuesto a dar la pelea, igual que él, por sus ideales. Y eso lo tiene molesto, así trate de disimular estúpidamente en público, como por ejemplo cuando escribe mal Colombia, una acción claramente adrede para restarnos importancia. Sin posibilidades de amenaza militar por los límites del “orden” internacional, pero muy seguramente con ganas de hacerlo como es evidente en ese patán, Trump ahora contraataca con la amenaza de incluir a Petro, su familia y amigos en la famosa lista Clinton, una medida fuera del contexto de diplomacia, un atentado a la libertad de expresión y autodeterminación de los pueblos, una medida que jamás tomaría si fuéramos potencia armamentística y económica como ellos, si fuéramos China, India o algún miembro de la OTAN. Trump nos ataca por decir la verdad, por ser latinos, por nuestra pobreza y depender de ellos, de su explotación y décadas de relaciones serviles.

Decir que el “castigo” es al presidente y no al pueblo colombiano, tal y como lo ha repetido el instrumento político de Trump en el Congreso, el senador Bernie Moreno, reafirma la retaliación política y la arrogancia de Trump, un hombre que no resiste refutaciones o contradicciones. Es un exceso digno de una declaratoria de guerra el tratar de tildar de narcotraficante sin pruebas a un presidente y buscar su muerte financiera como lo pretenden hoy.

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