Por: Ana María Rincón Herrera
Opinión
En política, cuando no hay argumentos ni propuestas, queda la estrategia más pobre: la burla, el meme barato y la descalificación personal. Eso es lo que hemos visto en las últimas semanas de parte de las bodegas digitales del petrismo y de los candidatos de izquierda, reforzados por ataques de Vicky Dávila y Mauricio Cárdenas.
A falta de un discurso serio, sus adversarios recurren a la estrategia de saturar redes sociales con caricaturas, montajes y frases sacadas de contexto, intentando ridiculizar a Abelardo De la Espriella. Pero lo que no logran entender es que esa estrategia solo confirma que le temen: temen a su carácter frontal, a su valentía para decir lo que muchos callan, y a su capacidad de conectar con los ciudadanos cansados de tanta demagogia.
Las bodegas del petrismo creen que con memes pueden construir país. Pero mientras ellos publican burlas y ataques, De la Espriella habla de orden, justicia, autoridad y recuperación de la dignidad nacional. Mientras ellos se esconden en el anonimato de las redes, él da la cara, asume posiciones claras y no le tiembla la voz para enfrentarse a quienes han dejado a Colombia hundida en inseguridad, corrupción y pobreza.
Vicky Dávila, con sus discursos vacíos, y Mauricio Cárdenas, representante de la tecnocracia que ya fracasó, prefieren unirse a la estrategia de la descalificación. Es más fácil atacar que reconocer que carecen de propuestas reales para transformar el país.
Pero la ciudadanía no es ingenua. Los colombianos saben distinguir entre la bulla digital financiada por intereses políticos y el mensaje claro de quien quiere recuperar la nación. Cada meme lanzado por las bodegas no debilita a De la Espriella lo fortalece. Porque la gente entiende que solo se ataca con tanta furia a quien representa una amenaza real para el sistema que ha gobernado en su propio beneficio.
Abelardo De la Espriella no está en campaña para agradar a todos ni para recibir aplausos fáciles. Está en campaña para poner orden, para recuperar el respeto por la ley y para demostrar que la política se hace de frente, no detrás de cuentas anónimas en redes sociales.
Por eso, cada vez que un meme intenta ridiculizarlo, Abelardo sale más firme. Porque en el fondo, los ataques digitales y los insultos de sus adversarios no son otra cosa que la prueba de su fuerza y de que, por primera vez en mucho tiempo, Colombia tiene ante sí un liderazgo capaz de desafiar a las élites y al aparato propagandístico de la izquierda.
