Por: Pedro Javier Jiménez
Opinión
El fútbol es, en esencia, la forma más pura que tenemos los colombianos de expresar nuestro sentir patrio. Es el punto de encuentro donde dejamos a un lado las diferencias y nos reconocemos en un mismo orgullo. Cada vez que juega la Selección, la camiseta amarilla nos une más de lo que logran el 20 de julio o el 7 de agosto. El fútbol, para nosotros, es una religión de unión.
Bajo esa misma premisa deberían haber actuado los alcaldes de Neiva: entender que el deporte no es un capricho, sino un símbolo de cohesión social. Pero ante el colapso del estadio Plazas Alcid, ningúno, ni Rodrigo Lara, ni Gorky Muñoz, tuviero el carácter para asumir con decisión lo que correspondía. No hubo poder humano capaz de imponer eficiencia. Tuvieron que pasar diez años —¡diez años!— para que el tema regresara, al menos, con un plan de intervención.
Hoy se anuncian 56 mil millones de pesos. Que no se pierdan. Que no los vuelvan humo, ni los conviertan en renders bonitos para videos oficiales. Que no termine esto como todas las veces anteriores: en titulares, maquetas, discursos y… ruinas.
Nunca estuve de acuerdo cómo se manejó este proceso, pero ya que fue aprobado por el alcalde y el Concejo, lo mínimo que exigimos es que esta vez no nos dejen, otra vez, con una escombrera monumental como único resultado.
Quiero cerrar este tema elevando un SOS urgente: la Villa Olímpica también se está muriendo.
Ya no son solo las ruinas del Plazas Alcid las que claman intervención. Es todo el complejo deportivo el que pide auxilio. Estamos dejando atrasar la formación deportiva de nuestros niños y jóvenes, entregándolos a la delincuencia, al ocio sin propósito y a las adicciones tecnológicas.
La Villa Olímpica padece el mismo abandono del estadio. La diferencia es que allí no se juega fútbol y, por lo mismo, no hay hinchas que protesten ni políticos que vean votos. Solo queda la memoria: medallas de Juegos Nacionales, historias de gloria y el recuerdo de un territorio que alguna vez creyó en el deporte como motor de desarrollo.
Y una advertencia para lo que viene:
Si en las próximas elecciones los candidatos llegan sin un proyecto real, no los valore. Estamos mamados de personas sin visión queriendo hacerse ricas con la plata de la gente.
Proyecto no es plan de gobierno.
Proyecto no es plan de desarrollo.
Proyecto es que cada Huilense y Neivano pueda encontrar oportunidades para vivir mejor, emprender mejor, educarse mejor y construir familia en condiciones dignas.
No quiero terminar sin recordar una frase poderosa que escuché en el Concejo de Neiva, pronunciada por Germán “Chicho” Rodríguez: “No hemos sido capaces de resolver los mismos problemas de hace 30 años.”
Y lo más triste es que todavía vienen a vendernos como salvadores a los mismos mesías de hace 10, 20 o 30 años.
¿De verdad creemos que quienes repiten las mismas fórmulas de siempre traerán ideas nuevas?