Por: Carlos Ernesto Álvarez Ospina
La reciente decisión del gobierno nacional de aumentar el arancel a la compra de vehículos híbridos, pasando del 5% al 35%, plantea dudas serias sobre el compromiso de la administración de Gustavo Petro con el medio ambiente. Actualmente, estos vehículos cuentan con un arancel reducido del 5%, lo que ha favorecido su entrada al mercado colombiano y los ha hecho más asequibles para los consumidores. Sin embargo, con el nuevo decreto, este arancel aumentará hasta el 35%, lo que implicará un incremento en los precios de estos vehículos y reducirá su accesibilidad.
A nivel mundial, los países que verdaderamente se toman en serio la batalla contra el calentamiento global buscan facilitar el acceso a tecnologías limpias. Esta lógica tiene sentido: reducir los impuestos para incentivar la compra de vehículos híbridos representa una herramienta fundamental para combatir la contaminación producida por los automóviles tradicionales, que aún son mayoría y altamente dañinos para la atmósfera. Sin embargo, con este aumento en el arancel, el mensaje del gobierno de Gustavo Petro parece contradictorio, generando más desincentivos para la adopción de soluciones de transporte sostenibles.
Lo más curioso es que el presidente, en su intervención en la COP16, destacó cómo las emisiones de los aviones privados de los ricos contaminan el planeta de forma impresionante. Petro no solo ha criticado públicamente actividades que afectan el medio ambiente, sino que también ha tomado acciones en su mandato, cerrando minas de oro y otros materiales que, a su juicio, destruyen suelos y afectan nuestras riquezas hídricas. Sin embargo, frente a este contexto, surge la pregunta: ¿cómo es coherente elevar el arancel de los vehículos híbridos, que representan una alternativa concreta a la contaminación diaria en nuestras ciudades? Si realmente se quiere reducir la huella de carbono, ¿por qué poner trabas en lugar de incentivar estas alternativas?
Este tipo de medidas parecen alejadas de las promesas que se hicieron en el ámbito ambiental y nos hacen cuestionar: ¿es este el verdadero respaldo del gobierno Petro al medio ambiente? ¿Es esta la manera en que se espera liderar la lucha contra la contaminación en Colombia? Con decisiones así, la transición hacia una economía más verde parece diluirse entre discursos y acciones contradictorias, lo cual deja una sensación de incongruencia que preocupa y genera incertidumbre.
El medio ambiente necesita acciones contundentes y sostenibles, no solo palabras que queden en el aire. Para que Colombia avance en la dirección correcta, es necesario que estas políticas sean coherentes y que el apoyo hacia tecnologías limpias sea, no solo una declaración, sino una prioridad palpable en cada decisión que tome el gobierno.