Por: Carlos Ernesto Álvarez Ospina
Abogado, especialista en Derecho Público
Opinión
Neiva lleva más de un año con su Villa Olímpica cerrada, a la espera de una consultoría interminable que determine la inversión necesaria para su recuperación. Mientras tanto, deportistas, clubes y ciudadanos ven frustradas sus aspiraciones y su derecho a un espacio esencial para la salud, el deporte y el desarrollo de la juventud. Lo más preocupante no es solo la demora, sino la evidente falta de voluntad política para priorizar su reapertura.
Recientemente, el Concejo de Neiva aprobó un presupuesto de 80.000 millones de pesos para el gobierno municipal. Sin embargo, la Villa Olímpica sigue en el olvido. ¿Cómo es posible que no se haya destinado una parte de esos recursos a resolver un problema que afecta a cientos de jóvenes y atletas? La natación huilense, con un historial de logros nacionales, hoy sufre las consecuencias. Los recientes resultados en la final de los Juegos Intercolegiados son la prueba: no se puede alcanzar la excelencia entrenando en una piscina de 25 metros cuando las competencias exigen 50.
La pérdida no es solo deportiva, es social. La inversión en infraestructura deportiva es una estrategia comprobada para reducir la delincuencia, el consumo de drogas y mejorar la salud mental. Ciudades alrededor del mundo han demostrado que el deporte no solo es competencia, sino una herramienta de transformación social. Medellín, con el programa “Inder Medellín”, ha construido y mejorado cientos de escenarios deportivos, logrando una disminución significativa en la violencia juvenil. La inversión en deporte ha sido crucial para alejar a miles de jóvenes de las bandas criminales, ofreciéndoles oportunidades de educación y empleo.
En Ciudad de México, la recuperación de parques y canchas en zonas de alto riesgo ha reducido la participación de jóvenes en pandillas. Los programas deportivos masivos no solo disminuyeron el consumo de drogas, sino que también mejoraron la convivencia en barrios antes dominados por la violencia. Barcelona, tras la transformación para los Juegos Olímpicos de 1992, hizo del deporte una herramienta de inclusión social. Hoy, las instalaciones deportivas municipales son accesibles y promueven el bienestar mental, impactando positivamente la salud pública.
Si estas ciudades han entendido que el deporte es una inversión en seguridad, salud y desarrollo social, ¿por qué Neiva sigue aplazando una decisión tan importante? Mantener cerrada la Villa Olímpica no solo perjudica el rendimiento deportivo, sino que también cierra oportunidades de formación y desarrollo para la juventud neivana.
La falta de espacios adecuados para la práctica deportiva está contribuyendo al aumento de problemáticas sociales en Neiva. Según datos de la Policía Nacional, hasta el 15 de noviembre de 2024, en el departamento del Huila se registraron 138 menores detenidos por diversos delitos, siendo el hurto a personas (19 casos) y el tráfico de estupefacientes (26 casos) los más comunes.
Aunque no se dispone de cifras específicas para Neiva, es evidente que una proporción significativa de estos casos ocurre en la capital del departamento. Además, en 2024 se reportó el rescate de 34 niños, niñas y adolescentes en Colombia, víctimas de reclutamiento ilícito por parte de grupos criminales. Estos jóvenes, sin oportunidades de formación o recreación, son blanco fácil para la delincuencia organizada.
La administración municipal no puede seguir ignorando este problema. Si los recursos locales no son suficientes, es momento de buscar apoyo nacional con la bancada huilense en el Congreso o explorar cooperación internacional. Lo que no se puede permitir es que esta piscina, vital para la comunidad, permanezca cerrada por tres años más sin soluciones a la vista.
Neiva merece una gestión que priorice el bienestar de su gente, que entienda que cada día de inacción es un día perdido para el presente y el futuro de nuestros jóvenes. No más excusas. No más trámites interminables. Es hora de abrir la Villa Olímpica y devolverle a la ciudad un espacio que nunca debió cerrarse.