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El futuro del Doble Anís: una decisión estratégica

Por: Pedro Javier Jiménez

Administrador de Empresas, Emprendedor, Especialista en Marketing Político de la universidad Externado

Opinión

La Corte Constitucional acaba de abrir la competencia en el mercado de los aguardientes. Se acabó la protección que los mantenía como monopolios departamentales y, con ello, se abre la puerta para que grandes marcas lleguen con todo su poderío de inversión y mercadeo. El Doble Anís, nuestro aguardiente insignia, está a punto de enfrentarse a su mayor desafío: la guerra en su propia casa.

Aquí no se trata solo de un negocio. En el Huila, el Doble Anís no es cualquier licor: es identidad, es arraigo, es tradición. Desde 1996 no tenemos fábrica de licores, una decisión -tomada sin visión de futuro- que acabó con un negocio que en cualquier parte del mundo sigue siendo rentable. Nos dejaron sin fábrica, pero nos quedó la marca, nuestro único activo real, el símbolo de orgullo que hemos sostenido a pesar de todo. Pero ahora, ¿qué pasará?

El contrato de concesión actual vence el 3 de septiembre de 2025, y la responsabilidad de definir el futuro del Doble Anís recae en el gobernador Rodrigo Villalba. Lo que decida no solo impactará a la industria, sino que definirá si el aguardiente huilense sigue existiendo o si se convierte en un simple recuerdo.

Las preguntas que no podemos ignorar

Primero, ¿cómo responderemos como consumidores? Porque si los huilenses no protegemos al Doble Anís con nuestro consumo, ninguna fábrica querrá seguir produciéndolo. En un mercado libre, no basta con el sentimentalismo; si no hay demanda, el producto desaparece.

Segundo, si el gobernador decide mantener la concesión de la fabricación, ¿cómo la va a estructurar? ¿Se animará a crear una empresa departamental para comercializarlo y así proteger los intereses del Huila? ¿O simplemente entregará la producción y comercialización a otra fábrica, como la de Antioquia? En ese caso, ¿qué condiciones se establecerán para garantizar la viabilidad del negocio en este nuevo escenario de competencia? Hasta ahora, el monopolio aseguraba mínimos de producción y venta, pero en un mercado abierto, ¿cómo se protegerán esos volúmenes?

Tercero, ¿seguirá siendo el licor de las fiestas huilenses? El Doble Anís ha estado en cada celebración de San Pedro, pero ahora competirá con marcas que pueden pagar presencia en todos los escenarios. ¿Veremos cómo otros aguardientes acaparan nuestra fiesta mayor mientras el Doble Anís queda relegado a un rincón?

Cuarto, ¿habrá una estrategia fiscal para protegerlo? ¿Podría el gobernador incentivar a los minoristas locales con beneficios fiscales por su venta? ¿O, en un movimiento arriesgado, impondrá impuestos adicionales a los aguardientes que lleguen de otras regiones? Esta última medida podría ser un tiro en el pie, porque no podemos cerrarnos al mercado nacional si queremos que el Doble Anís crezca.

Pero la primera batalla no es contra la competencia externa, sino contra la realidad local: el Doble Anís no solo compite con otros aguardientes, sino con las cervezas, que operan como monopolios y destruyen cualquier posibilidad de competencia con sus precios bajos y su masiva distribución.

La última llamada para el Doble Anís

Gobernador Villalba, este no es un tema menor. Se trata de definir el futuro de una de las marcas más emblemáticas del Huila. De usted depende que el Doble Anís siga en pie o que termine como el estadio de Neiva: en ruinas.

Si el departamento no se pone en la tarea de protegerlo, estructurar su comercialización y garantizar su permanencia en el mercado, en unos años solo quedará como una anécdota nostálgica de lo que alguna vez fue un ícono regional. El tiempo corre y septiembre de 2025 está a la vuelta de la esquina. En sus manos está el Futuro de un simbolo de arraigo departamental.

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