Por: Faiver Eduardo Hoyos Pérez Abogado y socio de la Acord, Huila.
Opinión
Después de la jornada por doble fecha FIFA, Néstor Lorenzo, vuelve a ser el gran protagonista de la tricolor. Su terquedad, la mala lectura de los partidos, la rosca interna que se empieza a percibir, los malos manejos, entre otros factores, lo han llevado a perder, incluso, el olfato de la autocrítica. El timonel de la Selección, parece dirigir con un mando a distancia y totalmente descompuesto. No obstante, algunos aún defienden su miedosa manera de juego y otros, más escuderos aún, afirman que Lorenzo no es quién está dentro del campo de juego.
Lo cierto, es que el estratega argentino es el gran responsable de este caótico momento que se atraviesa. Sus decisiones son un enigma que solo él comprende. Los cambios ninguna persona en el país los entiende.
Confieso que ver a la “tricolor” es como presenciar una obra de teatro donde los actores parecen no conocer el guion. Las buenas tardes de fútbol y los 28 partidos invictos han quedado atrás; ya que la improvisación reina y en medio de este caos, se encuentra Lorenzo, navegando sin brújula.
El partido contra Paraguay lo dejó en evidencia, ya que fuimos locales, pero jugamos como si estuviéramos de visita. Nos encontramos rápidamente con dos goles de otro partido, pero en el fútbol ese es el marcador más engañoso, y los paraguayos en cabeza del profe Alfaro, lo comprendieron pasándonos por encima con más fútbol y garra.
En medio de tanta diversidad ofensiva con la que se contaba, jugando de local y con el marcador a su favor, el estratega saca a James y Arias iniciando el segundo tiempo, y en su reemplazo ingresó un defensa central y un volante de marca. Me disculpan, pero ¿A qué carajos entró Yerry Mina? Apúntensela a Lorenzo.
La rosca interna es un secreto a gritos, dado que en la Selección hay Jugadores intocables que brillan más por su nombre que por su rendimiento. De lo contrario, no entiendo como Ríos y Muñoz, jugaron todo el partido. Pero el problema va más allá, el problema realmente es estructural y persistirá mientras al frente de la Federación, continúen directivos que se siguen alimentando del fútbol como parásitos, sin entender que este deporte es pasión, pero sus intereses personales lo han convertido en negocio, tal es el caso del polémico Ramón Jesurún.
No es posible que teniendo jugadores en la banca de la talla de Quintero (campeón de Libertadores y Sudamericana), lo utilices como si fuera una simple decoración y no le des un solo minuto con la selección. En silencio y con trabajo, dos días después, el “10” le respondió con un señor gol en el América de Cali. Que “Lorenzada”. O desaprovechar el buen momento y la explosión de Marino en los últimos minutos del partido. Que vitales hubieran sido para tratar de lograr los tres puntos.
No es casualidad que, de los últimos 12 puntos disputados por parte de Colombia en la eliminatoria a la próxima Copa del Mundo, solamente se obtuviera uno. Vamos sextos y seguramente clasificaremos sin problemas, gracias al generoso sistema de clasificación que le otorga 6 cupos directos y 1 más por repechaje a la Conmebol, pero nuestro mediocre estilo de juego nos hará llegar como un equipo del montón.
Lo más indignante no son los resultados, sino la ausencia total de autocrítica por parte del entrenador. Después de cada partido, la rueda de prensa se convirtió en un ejercicio de evasión, donde las respuestas parecen más comunicados oficiales que reflexiones sinceras de alguien comprometido con el plantel.
Sin embargo, después de analizar el contexto actual me surge la duda. ¿La solución es sacar a Lorenzo? Personalmente, pienso que sería como cambiar de conductor cuando ya estás a mitad de viaje. A estas alturas con tan poco por jugar podría generar un traumatismo dentro de la Selección. Por lo tanto, no es la solución, pero tampoco podemos seguir fingiendo que todo está bien. Se requiere con urgencia un sacudón, un despertar colectivo donde la mediocridad no sea nuestra carta de presentación.
Como un buen Colombiano estoy convencido que clasificaremos al mundial. Tal vez, más por gracia que por mérito. Mientras tanto, seguiremos siendo testigos de esta obra teatral llamada Selección Colombia, donde la única certeza es la incertidumbre.