Por: Jorge García Quiroga Licenciado en Educación Física y Magister en Administración de Empresas
Opinión
El departamento del Huila ha alcanzado un logro extraordinario: consolidarse como el principal productor piscícola de Colombia, con una participación cercana al 40% de la producción nacional. Este éxito, sin embargo, no es obra del azar. Es el resultado de años de trabajo articulado entre piscicultores, asociaciones, instituciones públicas, universidades, empresas privadas y comunidades rurales comprometidas con el desarrollo del territorio.
Según cifras del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, en 2022 el Huila produjo 78.527 toneladas de carne de pescado, principalmente tilapia, y en 2024 cerró con una cifra cercana a las 80.000 toneladas. A esto se suma un dato aún más impresionante: cerca del 90% de las exportaciones nacionales de tilapia provienen de este departamento, siendo Estados Unidos el principal destino.
Detrás de estas cifras hay rostros, manos, familias. Desde pequeños productores que luchan por tecnificar sus estanques, hasta cooperativas y empresas que apuestan por buenas prácticas de producción, todos han sido claves. Las entidades gubernamentales y la academia han aportado con investigación, transferencia de tecnología y formación. Es un logro colectivo que debe llenarnos de orgullo y, a la vez, de responsabilidad.
Pero alcanzar este nivel de producción no es suficiente. El verdadero reto está en sostenerlo, diversificar mercados y aumentar el valor agregado del producto. El camino de la exportación está lleno de barreras que no se pueden subestimar: exigencias sanitarias, certificaciones internacionales, logística, competencia global y volatilidad de precios.
Superar estos retos requiere preparación. En primer lugar, es urgente fortalecer los sistemas de bioseguridad y trazabilidad para cumplir con estándares internacionales. La adopción de tecnologías como el IPRS (In-Pond Raceway System) ha demostrado ser eficaz, pero su implementación debe masificarse, especialmente entre pequeños productores. La inversión en infraestructura logística, como centros de acopio y plantas de procesamiento con certificaciones internacionales, es otro paso esencial.
Asimismo, debemos diversificar nuestros destinos. Hoy dependemos en gran medida del mercado estadounidense, pero existen oportunidades en Europa, Canadá y Asia que podrían explorarse con una estrategia comercial sólida y el acompañamiento institucional. El fortalecimiento del Acuerdo de Competitividad de la Piscicultura Huilense 2025-2040 y la articulación público-privada son herramientas clave en este camino.
Además, es necesario fomentar el relevo generacional. La piscicultura debe atraer a jóvenes con formación técnica y visión empresarial, que entiendan las exigencias del mercado internacional y aprovechen las oportunidades de la economía digital, desde el marketing hasta la exportación directa.
El liderazgo piscícola del Huila no es solo un motivo de orgullo regional. Es un modelo de desarrollo territorial que demuestra que, cuando se unen el esfuerzo de las comunidades, la política pública coherente y la apuesta por la calidad, Colombia puede brillar en los mercados del mundo.
El verdadero desafío ahora es mantener y fortalecer este liderazgo, lo que exige continuar trabajando unidos, apostando por la innovación y preparándonos con visión estratégica para competir con excelencia en el exigente mercado global