Por: Pedro Javier Jiménez
Opinión
En el Huila necesitamos menos políticos de escritorio y más líderes con vocación de servicio. No es posible que, después de más de 60 años de lucha contra los grupos armados —guerrillas, narcos, delincuencia común y estructuras criminales disfrazadas de causas ideológicas—, aún como sociedad no seamos capaces de unirnos para recuperar y defender nuestro territorio.
Recuerdo con claridad las marchas por la paz en los años 90, cuando el horror de las FARC y los carteles sometía al país bajo el yugo del miedo. Más adelante, en la década del 2000, nos movilizábamos para apoyar a nuestras Fuerzas Armadas en la recuperación del territorio. De los secuestros masivos y las “pescas milagrosas”, pasamos a soñar con progreso, apostando por nuestra agricultura —café, cacao, tilapia— y el turismo como nueva vocación.
Hoy, 30 años después, el Huila vuelve a sentir la zozobra. El miedo regresa disfrazado de nuevas formas violentas y de un silencio institucional que indigna. Lo más doloroso es ver cómo aquellos líderes que alguna vez inspiraron, se convirtieron en políticos tradicionales, más preocupados por el poder burocrático que por la defensa del pueblo.
Desde aquí, expresamos toda nuestra solidaridad con la comunidad de La Plata, que ha sido golpeada con dolor y miedo en días recientes. A los comerciantes y empresarios que sostienen el tejido económico en medio de la incertidumbre, especialmente al sector turismo, les extendemos nuestra admiración, respaldo y compromiso. Ustedes también son víctimas de esta violencia irracional y merecen todo el apoyo del Estado y la sociedad.
No podemos seguir callando frente al rotundo fracaso de la mal llamada “paz total” del gobierno Petro. Una política errática, complaciente con los violentos y ajena al clamor ciudadano por seguridad y justicia. Cada ataque, cada atentado, cada territorio cedido al crimen organizado es prueba de que no hay estrategia, no hay autoridad, no hay voluntad real de proteger a los colombianos. Petro le falló al Huila, y su política de apaciguamiento solo ha fortalecido a quienes siembran terror.
Hoy más que nunca necesitamos liderazgo. Líderes que amen servir, que entiendan que representar al Huila no es un privilegio, sino una carga de responsabilidad con sus comunidades. También necesitamos una ciudadanía despierta, unida, firme, que rodee a quienes sí levantan la voz frente a esta barbarie que vuelve a arrebatar vidas y sueños.
Desde aquí, un reconocimiento al representante Julio César Triana, quien en el Congreso ha sido la voz del Huila en defensa de la seguridad y la autoridad. Su constancia en exigirle resultados al Gobierno Nacional es hoy una luz de esperanza para los Miles de Huilenses que estamos hartos de la desidia Petro frente a los temas de seguridad. Así mismo, al diputado Omar Alexis Díaz, que en la Duma Departamental le recuerda al Gobierno del Huila que los resultados no se delegan, se entregan.
Las luchas ideológicas por un modelo de país son legítimas, y la reivindicación de derechos sociales es una obligación. Pero como Huilenses y como colombianos, debemos unirnos sin más bandera que la patria. Es hora de luchar por el territorio. De acabar la pasividad. De respaldar con decisión a nuestras Fuerzas Armadas y de comprometernos con la defensa de la autoridad.
Sin territorio no hay país. Sin seguridad no hay libertad.
Ñapita: Petro, como falso adalid de la paz, ordenó parar la actividad ofensiva de las Fuerzas Armadas. Con esa decisión, nos notificó que estamos solos en esto.
Ñapita 2: Si desde el Gobierno local no se exigen resultados en materia de seguridad, toda inversión será una fuga de capital. El Director de Seguridad del Huila, Óscar España, debe dar la cara y justificar su estrategia con resultados, porque ni discursos da.