Por: Andrés Calderón
La inflación en nuestro país ha mantenido un comportamiento de descenso desde abril del año pasado cuando bajo del 13,3% al 12,4% y hoy, un año y cinco meses después de este suceso, se ubica en 5,8%. El comportamiento de esta variable tiene demasiadas complejidades en su análisis en la última década, destacando una atipicidad como lo fue la pandemia del 2020 que por el aislamiento prácticamente frenó la economía y por ende el consumo, para ubicar la inflación ese año en un 1,61% valor que no se registraba desde hace 65 años atrás.
La creación del Banco de la República como lo conocemos hoy, y en general las reestructuraciones estatales que se produjeron con la constitución del año 1991, por supuesto han ayudado a controlar esta variable rompiendo un ciclo de crecimiento que la llevó a porcentajes del 30% finalizando la década del 80. Sin embargo, choques externos como las guerras, las crisis financieras o incluso fenómenos naturales como por ejemplo el del niño, han puesto al límite los esfuerzos hechos por las entidades reguladoras para evitar retornos a porcentajes excesivos.
Para mayor claridad sobre este tema, podemos profundizar un poco más en su definición y comportamiento. Entonces, podemos definir la inflación así: es el cálculo periódico, normalmente anual, de la variación de los precios en bienes y servicios de nuestra economía o, dicho de otra forma, saber cuánto se encarece o cuanto disminuye el valor de lo que consumimos, lo que a la larga determina el valor de nuestro dinero.
Este que es un indicador de los más importantes en la economía, se construye a partir de las mediciones mensuales que hace el DANE y que llaman IPC, en la que toman precio a cerca de 500 productos y servicios que están divididos en doce categorías, entre ellas, alimentos y bebidas alcohólicas, transporte, salud, restaurante y hoteles, que se dividen entre los precios del periodo anterior calculados a partir de un año base para ese resultado multiplicarlo por cien. Las diferencias de esas variaciones entre periodos corresponden a la inflación.
Controlar la inflación es una de las principales tareas que tiene nuestro banco central, banco de banqueros o de La República, que no solo se encarga de imprimir billetes o intervenir el mercado cambiario, por ejemplo, sino que se encarga también del control de la inflación subiendo o bajando las tasas de interés a las que presta a los bancos para que estos a su vez trasladen esa variación al crédito que se hace al ciudadano.
Esta, tal vez una de las medidas más importantes, que llamamos política monetaria, es una de las formas mas rápidas de desincentivar el consumo, situación que se da por hecho en los estudios económicos al significar esto que se encarece el crédito y la gente entonces deja de invertir o gastar.
Por otro lado, también tenemos la política fiscal como medida de control de precios, que también sirve como herramienta importante para incentivar la economía después de periodos de recesión. Las crisis económicas, así como los mismos procesos inflacionarios, situaciones que, por supuesto guardan relaciones de causalidad, pueden tener diversos orígenes y como ya lo menciones obedecer incluso a variables externas a la economía Nacional, un ejemplo de ello es la guerra de Ucrania que afectó sobre todo el sector agrícola en nuestro país y en consecuencia disparó los precios de alimentos (inflación de oferta), o sea, no fue el exceso de consumo el que hizo subir los precios sino lo fue la escases en la producción.
Las medidas fiscales o tomas de decisión en la materia que se dictan desde el gobierno ayudan también a corregir estas variaciones de precios, así, por ejemplo, en el caso en que por épocas de consumo e inversión excesiva se disparan los precios, se puede ofertar bonos del estado, inversiones a corto, mediano y largo plazo que sacan dinero de la economía. También se opta mucho por el aumento de impuestos y reducción del gasto.
Este es un pequeño y simple esbozo de las lógicas detrás del famoso indicador de inflación, una variable económica que será crucial próximamente en las discusiones del salario mínimo para el año entrante, pues sobre este se toma la decisión, entendiendo que el aumento debe ser igual o superior a la inflación para que este no pierda valor o poder adquisitivo (que con el mismo dinero podamos comprar mas o menos bienes).
La inflación en los últimos diez años ha hecho que el dinero pierda su valor en un 73%, lo que quiere decir, por ejemplo, que 1 millón de pesos en el año 2013 equivale hoy a tener $1.730.000. Tener un millón de pesos hace 50 años era como tener hoy cerca de 2 mil millones de pesos en el bolsillo. Así pierde valor nuestro dinero día a día con la inflación, por eso es importante mantenerla en niveles bajos, más cercanos a cero que a los dos dígitos, para evitar desencadenar subidas desbordadas a las que ni el salario mínimo ni ninguna herramienta fiscal o monetaria puedan responder.