Por: Luís Ernesto Salas Montealegre
Las elecciones de 2024 en Estados Unidos, programadas para el 5 de noviembre, no solo decidirán el futuro liderazgo del país, sino que también pondrán a prueba la salud de la democracia y la capacidad de los ciudadanos para diferenciar entre hechos y ficción en un entorno mediático altamente polarizado. El libro La muerte de la verdad, de Michiko Kakutani, examina la preocupante erosión de la verdad y los valores democráticos, un fenómeno que cobra una relevancia crítica en el contexto electoral actual.
Kakutani plantea que el creciente desprecio por los hechos y el auge de las “noticias falsas” no es un problema exclusivo de Estados Unidos, sino una tendencia global que afecta a la democracia, debilitando los fundamentos de la verdad en la vida pública.
El populismo, el tribalismo y la desinformación han creado un ambiente donde el conocimiento se reemplaza por emociones y los hechos son moldeados al antojo de aquellos que buscan el poder absoluto. Este deterioro de la verdad es particularmente alarmante en el contexto de unas elecciones, ya que los votantes dependen de información veraz para tomar decisiones que impactarán profundamente en el futuro de su nación.
La verdad en tiempos de populismo
Fenómenos cómo el populismo y el fundamentalismo han promovido un ambiente de escepticismo generalizado y han socavado la confianza en las instituciones democráticas. En Estados Unidos, el neo populismo de Trump, ha llevado a que líderes carismáticos, a menudo con poco respeto por la verdad, aprovechen las inseguridades de la población para propagar mentiras y distorsiones que consolidan su poder. Las redes sociales amplifican estos mensajes y crean “burbujas de filtro” que impiden el diálogo entre personas con diferentes visiones del mundo.
El nazismo y el comunismo, utilizaron la manipulación de la realidad para consolidar regímenes autoritarios. Hay paralelismos inquietantes: el desdén por los hechos y la polarización emocional que se observan hoy en día reflejan patrones que facilitaron la caída de la verdad y la instauración de sistemas de gobierno opresivos en el pasado.
En el contexto de las elecciones de 2024, el populismo ha vuelto a jugar un papel fundamental. Trump y sus seguidores han promovido teorías de conspiración, desacreditado a los medios de comunicación y atacado instituciones democráticas clave, como el sistema judicial y las agencias de supervisión electoral. Estos ataques no solo erosionan la confianza pública en las elecciones, sino que también debilitan los cimientos de la democracia estadounidense.
Desinformación y polarización en la era digital
La era digital ha dado lugar a un fenómeno sin precedentes: la propagación masiva de desinformación. Las noticias falsas, y la desinformación son tácticas usadas con frecuencia para manipular a los votantes. Desde la elección de Donald Trump en 2016, el uso de estrategias de desinformación ha crecido, y los votantes ahora se enfrentan a un aluvión de información que cuestiona la credibilidad de las instituciones y pone en entredicho los propios hechos.
El desdén hacia los hechos y el avance de la “posverdad” no solo afectan a la ciudadanía, sino también a la estabilidad democrática. En Estados Unidos, los medios de comunicación se han fragmentado, y los ciudadanos viven cada vez más en “universos informativos” separados, lo que aumenta la polarización. A medida que los votantes se aíslan en sus burbujas ideológicas, se vuelven más susceptibles a la manipulación y menos abiertos al diálogo, lo que resulta en una pérdida del sentido de comunidad y en un debilitamiento de los valores democráticos fundamentales.
Los ataques a la verdad como amenaza para la democracia
En el actual contexto electoral, la verdad se ha convertido en una moneda de cambio. Trump vende narrativas diseñadas para manipular los temores y prejuicios del electorado. En lugar de debatir sobre los hechos, muchos discursos apelan a las emociones y aprovechan la desconfianza en el sistema. Este tipo de retórica alimenta la polarización y desvía la atención de los problemas reales, generando un ambiente en el que el electorado se convierte en una audiencia pasiva que reacciona ante emociones en lugar de reflexionar sobre la verdad objetiva.
Si los ciudadanos ya no pueden distinguir entre hechos y mentiras, pierden la capacidad de tomar decisiones informadas, y la democracia se convierte en un sistema vacío, vulnerable a la manipulación por parte de aquellos que buscan el poder a cualquier costo.
La importancia de la verdad en las elecciones de 2024
En vísperas de las elecciones, la democracia solo puede funcionar si se basa en hechos compartidos y en una confianza común en la realidad. La creciente tendencia a ignorar la verdad, a manipular los hechos y a fomentar la desconfianza es un desafío que afecta directamente el proceso electoral. La erosión de la verdad hace que los ciudadanos pierdan la capacidad de evaluar objetivamente a los candidatos y de participar en un debate político basado en la evidencia.
Frente a esta situación, es esencial que los votantes reconozcan la importancia de la verdad en el proceso democrático. Las elecciones de 2024 ofrecen una oportunidad crítica para reafirmar el valor de la veracidad y rechazar el uso de tácticas de desinformación. Para proteger la democracia, los ciudadanos deben exigir responsabilidad y transparencia a sus líderes, cuestionar las fuentes de información y rechazar la manipulación emocional que caracteriza a la retórica populista.
En última instancia, si la verdad se convierte en un recurso desechable, la democracia pierde su esencia. En estas elecciones, la responsabilidad de proteger la verdad recae en cada ciudadano.