Redacción La Última
Hoy se conmemoran 16 años de una de las erupciones más significativas del volcán Nevado del Huila en la historia reciente. Aquel 20 de noviembre de 2008, este liberó flujos de lodo que transformaron los paisajes de los ríos Símbola del Cauca y Río Páez en el Huila, impactando a municipios como La Plata, Paicol, Nátaga, Tesalia y Gigante. Este evento nos recordó la inmensa fuerza de la naturaleza y la necesidad vital de estar preparados.
La anticipación y organización de los Consejos Municipales de Gestión del Riesgo fueron claves para minimizar el impacto de esta emergencia. Gracias al impecable monitoreo técnico liderado desde 1993 por el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Popayán, del Servicio Geológico Colombiano, y al uso de mapas de amenaza actualizados, fue posible entender y comunicar el comportamiento del volcán de manera efectiva.
El episodio marcó un punto de inflexión en las políticas públicas de Colombia. Como respuesta a las lecciones aprendidas, el CONPES 3667 de 2010 destinó más de $150.000 millones para reducir el riesgo de avalanchas en el Nevado del Huila. Este esfuerzo incluyó la reubicación de familias en zonas seguras, el fortalecimiento de infraestructuras y la creación del Centro de Operaciones de Emergencias por Volcán Nevado del Huila en La Plata.
Sin embargo, los retos persisten. El Huila continúa siendo un departamento vulnerable a múltiples amenazas naturales, por lo que fortalecer la preparación desde los Consejos Municipales de Gestión del Riesgo sigue siendo una prioridad.
“En este aniversario, hacemos un llamado a la reflexión y al compromiso colectivo. La gestión del riesgo no es tarea de una sola entidad o comunidad; requiere la unión de científicos, autoridades, medios de comunicación y habitantes para crear un círculo virtuoso que salve vidas” señaló Isabel Hernández Ávila, jefa de la Oficina para la Gestión del Riesgo de Desastres del Huila.
Recordar el 20 de noviembre de 2008 no solo es honrar la memoria de un evento natural, sino renovar el compromiso con el conocimiento y la reducción del riesgo. Porque el verdadero éxito en la gestión del riesgo de desastres radica en proteger lo más valioso: la vida.