Por: Jorge García Quiroga
El proceso migratorio es una experiencia cargada de incertidumbre, tanto para quienes buscan nuevas oportunidades como para aquellos que ya han decidido vivir fuera de su país. En el caso de los colombianos, esta vivencia está marcada por una mezcla de esperanza y temor, un sentimiento compartido tanto por los que permanecen en Colombia como por los que han decidido emigrar.
Uno de los principales miedos que enfrentan muchos colombianos tiene que ver con los controles migratorios. Las políticas de visado, los requisitos legales y las decisiones de las autoridades pueden parecer obstáculos insuperables. Sin embargo, es importante entender que no debemos dejarnos consumir por la ansiedad ni el miedo a lo desconocido. Cada caso es único y la incertidumbre no debe verse como un impedimento, sino como una parte natural del proceso.
No podemos controlar todo lo que afecta la migración. Factores como cambios en las políticas gubernamentales o la situación económica global pueden influir en los trámites y generar incertidumbre. Pero eso no significa que debamos adelantarnos a los problemas, que muchas veces nacen de escenarios hipotéticos. La realidad es que, en la mayoría de los casos, esos miedos no se materializan como los imaginamos.
El primer paso, entonces, es mantener la calma. Las decisiones no deben tomarse desde el pánico o la desesperación. Mantenerse informado, ser paciente y confiar en que cada proceso tiene su propio ritmo es esencial para reducir la ansiedad.
Cada proceso migratorio es diferente y las políticas pueden variar dependiendo del país y el contexto. A veces los trámites no siguen un camino predecible, lo que genera una sensación de descontrol. Sin embargo, eso también significa que, aunque las normas sean estrictas, existen alternativas y opciones que tal vez no se ven a simple vista.
Como colombianos, tanto dentro como fuera de Colombia, debemos aprender a convivir con esa incertidumbre, sin anticipar los obstáculos. La clave está en abordar los miedos con serenidad y una mentalidad positiva, buscando soluciones en lugar de enfocarnos en lo negativo.
Colombia ha demostrado, a lo largo de su historia, una gran resiliencia y ese espíritu de superación debe guiarnos también en el proceso migratorio. A pesar de las dificultades, siempre hay oportunidades para avanzar. La clave está en tomar cada paso con tranquilidad, sin perder de vista las posibilidades que el futuro nos ofrece.
Es importante también recordar que debemos ser respetuosos con los colombianos que deciden emigrar en busca de una mejor vida. La migración no es una decisión fácil, pero todos, sin importar dónde estemos, buscamos lo mismo: un futuro mejor. Quienes se quedan en Colombia disfrutan de un país lleno de belleza natural y cultural, con un potencial impresionante por explorar. Pero debemos entender que aquellos que se van lo hacen con la esperanza de encontrar nuevas oportunidades para ellos y sus familias. La empatía y el respeto hacia todos, sin importar su elección, son fundamentales.
Al final, todos queremos lo mismo: vivir con dignidad, esperanza y oportunidades. Es importante apoyarnos mutuamente, ya sea dentro o fuera del país, porque juntos, como colombianos, podemos hacer frente a los desafíos y aprovechar las oportunidades que se presenten.