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La familia Aya Marín había llevado el pasado domingo a sus perros al desierto de la Tatacoa, como era su costumbre. “Siempre los llevamos allí para que los perros se diviertan”, comentó , acongojado, Andrés Camilo Aya Marín, quien relató los acontecimientos. Asegura que los perros, conocidos por su docilidad y tranquilidad, nunca habían causado problemas.
La historia comenzó con la desaparición de los perros. “Me enteré de la noticia el lunes, cuando mi madre me informó que los perros se habían perdido el día anterior”, relató Aya Marín. Tras recibir la noticia, él decidió viajar inmediatamente desde Villavicencio hacia la zona donde sus perros habían sido vistos por última vez. La búsqueda comenzó a primeras horas del lunes, sin descanso, con la esperanza de encontrar a sus mascotas.

Según explicó, los perros habían seguido a una cabra, lo que los hizo alejarse de la zona conocida. “Nos enteramos que los perros se fueron detrás de una cabra. Uno de ellos, al parecer, se perdió de vista cerca de un hotel conocido como ‘El Infinito’”. Desde ese momento, el equipo de búsqueda se dispersó, sin descanso, hasta la caída de la noche. “Llegué tarde, y la búsqueda continuó hasta el martes”, agregó.
El panorama se tornó más sombrío cuando, el martes, un miembro de la familia recibió una foto de uno de los perros. “El perrito parecía haber sido herido, como si le hubieran disparado”, explicó el dueño, quien también recordó que la persona encargada de cuidar a los perros mencionó que los animales podrían haber tenido algún tipo de enfrentamiento, tal vez con una serpiente. Sin embargo, la versión de los hechos pronto tomó otro giro.
“Cuando llegué al sitio, me sorprendió que el administrador del hotel no me dejara acceder directamente al área de búsqueda”, comentó. Este obstáculo retrasó considerablemente la llegada a la zona, lo que obligó a la familia a recorrer un extenso trayecto por el desierto, expuestos a las picaduras de serpientes y alacranes. “El hombre nos dijo que no teníamos autorización para ingresar, lo que nos obligó a caminar mucho más”, explicó.
Finalmente, tras horas de búsqueda, encontraron los cuerpos de dos perros, Kaiser y Katrina. Ambos presentaban heridas que parecían ser causadas por impactos, lo que generó suspicacias sobre las circunstancias de su muerte. “Kaiser estaba boca arriba, ya muerto, y Katrina estaba cerca de él, en las mismas condiciones”, relató Andrés con voz entrecortada..
La situación se complicó aún más cuando el administrador del hotel se acercó. “Fue muy extraño, porque él había saltado la cerca para llegar rápidamente al sitio, mientras nosotros habíamos tenido que caminar mucho más”, comentó Aya Marín. Además, el administrador insinuó que los perros podrían haber sido víctimas de envenenamiento, aunque las circunstancias de las muertes seguían siendo inciertas.
A pesar de la tragedia, el hombre expresó su esperanza de encontrar al último perro perdido, Rachel, viva. “Mi familia quería rendirse, pero yo no podía dejar de buscar”, dijo Andrés. Tras más esfuerzos, finalmente escucharon un ladrido que coincidía con el de Rachel. “Fue un momento de alivio, pero también de angustia, ya que aún no sabíamos en qué condiciones se encontraba”, aseguró.
Aunque Rachel fue encontrada con vida, la tragedia no terminó allí. La familia tuvo que lidiar con la actitud hostil de algunas personas en la zona, lo que complicó aún más la situación. “Nos dijeron que el hombre que podría haber estado involucrado en las muertes de los perros tenía antecedentes de maltrato animal”, afirmó el dueño de los perros, quien también detalló que el hombre había mostrado un comportamiento agresivo cuando un familiar intentó confrontarlo.
Al final, de los cuatro perros que habían sido llevados al desierto, solo Tyson logró sobrevivir. “Tyson fue el único que respondió al llamado de una persona. Ahora solo clama justicia, no hay rastros de que los animales hayan hecho daños como para que una persona desalmada les acabará la vida de esa manera” concluyó.