Por: Manuel Córdoba
Opinión
La todavía pendiente reforma a nuestro sistema político, deberá necesariamente ocuparse de la corrección de diferentes vicios que, de antaño, socavan y deslegitiman nuestra ya de por si débil democracia de partidos.
Un tema central en dicha discusión, es la conformación de las listas para corporaciones de elección popular, aspecto frente al que se esgrimen diferentes posiciones.
Desde una orilla se plantea la conveniencia de listas abiertas con voto preferente, mecanismo que permite una competencia libre entre quienes hacen parte de la lista por obtener la mayor votación y en consecuencia por quedarse finalmente con las curules que se van a proveer.
Desde otra perspectiva, se argumenta que las listas cerradas, con la implementación de mecanismos democráticos internos para la selección de candidatos, fortalece los partidos políticos y por su conducto, al sistema democrático que se nutre del accionar de dichas organizaciones políticas.
El lánguido espectáculo al que asistimos en los anteriores días, a propósito de las consultas internas que se llevaran a cabo durante el pasado octubre, plantea una reflexión profunda sobre la conveniencia de integrar listas cerradas, como un mecanismo de fortalecimiento a los partidos y movimientos políticos.
El acto circense puesto en escena, nos presentó una realidad que cada día cobra mayor fuerza en nuestra frágil democracia, y no es otra diferente que el sometimiento de la política al poder económico, y en consecuencia, un “mecanismo democrático” que debería servir para fortalecer a los partidos, paradójicamente lo que hace es debilitarlos.
Por cuenta de la situación planteada, presenciamos la “invasión” de pre-candidatos históricamente ajenos al departamento del Huila, con fuerte poder económico y con múltiples influencias pugnando por asegurarse un lugar privilegiado en la lista cerrada buscando alcanzar una alta votación en la consulta interna, la cual de antemano le asegurará su elección al congreso, con independencia de la propia votación que a nivel individual, dichos candidatos le aporten al partido en las elecciones congresionales de marzo.
Como quien dice, se juegan su elección en la consulta interna, en la cual ponen toda la carne sobre el asador, y se relajan ya en la elección al congreso por cuanto su privilegiado lugar en la lista, obtenido al ganar la consulta, le permitirá resultar elegido, repito, con independencia de los votos que obtenga el partido al cual pertenece, perjudicando claramente a dicha organización partidista, por cuanto este último se priva de la posibilidad de contar con un candidato haciendo su mayor esfuerzo para atraer votos en favor de la lista de la cual forma parte, y por lo mismo, reduciendo así las posibilidades reales para el partido de obtener más curules en la respectiva corporación.
Teniendo en cuenta que estas consultas internas -partidistas o interpartidistas se llevan a cabo en “temporada baja” -políticamente hablando- en donde el “nivel de ocupación” de otros partidos políticos que no participan de la misma, es también bajo, ¿No será más bien que en lugar de fortalecer a los partidos y movimientos políticos, este mecanismo de lista cerrada, lo que hace es debilitarlos? Qué opinan apreciadas y apreciados lectores.