Por: Fredy Ernesto Tovar Montenegro
Opinión
Le dijo el General José Raquel Moncada a su homologo militar el coronel Aureliano Buendía: “… de tanto odiar a los militares, de tanto combatirlos, de tanto pensar en ellos, has terminado por ser igual a ellos. Y no hay un ideal en la vida que merezca tanta abyección”. (cien años de soledad de GABO).
Colombia hace mucho renunció al camino de la violencia, la lucha armada y el terrorismo, como posibles vías de transformación social. El ELN no representa una causa política legítima, hoy es la insistencia descarada y cruda de la guerra, la represión, el terrorismo y la degradación del conflicto.
Es el grupo violento mas viejo y obsoleto en la historia de Colombia. Su renuencia con la paz lo deslegitima.
Al unísono Colombia exige seguridad, pero este grupo se mantiene con el guion precario que sostiene por más de seis décadas, burlando los procesos de diálogo, atacando indiscriminadamente a la población civil y destruyendo la infraestructura estratégica, especialmente el oleoducto Caño Limón Coveñas. No hay un solo gobierno de izquierda, de derecha, de centro, de arriba o de abajo, que haya logrado un acuerdo definitivo con esta guerrilla, y la razón es muy clara, no hay voluntad de dejar las armas, pues el negocio de la guerra (sumada al narcotráfico, el secuestro y la extorsión) dejan muy buenos réditos financieros. Es un negocio rentable. ¿Y a quien favorece este negocio? La respuesta usted la puede deducir.
La semana que pasó, de igual manera que años enteros atrás, estuvo infestada de atentados contra la fuerza pública, hostigamientos armados, amenazas a comunidades, confinamientos forzados y sabotajes a la infraestructura petrolera. Estos hechos que afectan la economía nacional, generan impactos ambientales irreversibles e irreparables y castigan a regiones completas con más pobreza, abandono y retraso.
Hablar de Paz con el ELN se volvió un acto de frustración nacional. Cada intento de construcción de diálogo, finaliza con el mismo libreto: mas ofensivas armadas, rupturas unilaterales y una demostración clara de desprecio por la institucionalidad. Lo que nos lleva a pensar que el ELN no negocia para desmovilizarse realmente, sino para ganar tiempo, rearmarse y fortalecerse territorialmente.
El ELN es una especie de remanente de la Guerra Fría que no logró entender que el País se sigue transformando, o quizás lo entiende, pero saca provecho de su inamovible posición. Su discurso “revolucionario” esta completamente desconectado de nuestra realidad social y ni que decir de sus métodos, que ponen de pagano al pueblito uniformado o de civil.
Eliecer Herlington Chamorro Acosta, alias Antonio García e Israel Ramírez Pineda alias Pablo Beltrán, principales dirigentes de esta guerrilla encaran la contradicción de un grupo delincuencial que habla de transformaciones sociales mientras ordenan ataques con sus bombas ensordecedoras que opacan la voz de paz y siembran miedo y muerte.
Rechazar al ELN es un deber moral con las víctimas, la democracia y el derecho legitimo a vivir por fin sin miedo, pero hay quienes arguyen que es un acto de intolerancia política.
Debemos decirlo sin ambigüedad, no más concesiones a una guerrilla que ha hecho del engaño y la violencia su método y su fin.
Ejercito de Liberación, por favor libérense y libérennos de ustedes mismos.
